Historia de Porcuna

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Los orígenes de Porcuna se remontan a un grupo de aldeas del Neolítico Final localizadas en su entorno. En la Edad del Cobre (III milenio a.C.) la zona se convierte en un centro nuclear de la Campiña. Las investigaciones arqueológicas han descubierto en el cerro de los Alcores una de las fortificaciones más antiguas documentadas en el Alto Guadalquivir, con doble cerco amurallado rodeado cabañas circulares. Otro poblado similar se encuentra en el cerro de Albalate y ambos se mantuvieron durante la Edad del Bronce (II milenio a.C.).


En los siglos VII y VI a.C. se conformó la cultura ibérica en estas tierras y así, en el cerro de los Alcores, aparece una nueva ordenación urbana, de trazado geométrico, con casas rectangulares de paredes de adobe que se alzan sobre zócalos de piedra, a veces estucados con barro. La zona mantuvo su condición de gran centro de la campiña y en esta época ibérica emergió una aristocracia con modelos políticos heroicos, al igual que otras regiones mediterráneas. Esta élite, para perpetuar su estirpe, representó sus hazañas y sus orígenes, legándonos de paso el maravilloso conjunto escultórico de los guerreros de Cerrillo Blanco, que ya son emblema de esta cultura. Estas esculturas estaban en un recinto sacro del cerro de los Alcores, pero poco después de su erección fueron enterradas en la necrópolis de Cerrillo Blanco.


La Obulco romana fue el origen de la actual Porcuna, confirmado por los hallazgos epigráficos y los textos de Plinio, Ptolomeo y Estrabón. Durante la república y el primer Imperio la ciudad tuvo gran importancia y disfrutó de cierta autonomía, ya que acuñaba su moneda. En la guerra civil entre César y Pompeyo, Obulco tomó partido decidido por el primero y, según Estrabón, aquí fue donde César preparó la decisiva batalla de Muda.


En época musulmana se llamo Balkuna y era una de las capitales de distrito (iqlim).


Conquistada por Fernando III, el rey la cedió a la Orden de Calatrava, que la convirtió en uno de sus principales enclaves (Encomienda de Porcuna). La orden la dotó de fuertes defensas, de las que todavía subsisten algunas torres y tramos, albergando un alcázar y una torre del homenaje de planta ochavada.


En 1242 Alfonso X la cambió a los calatravos por Cabra. Porcuna se hizo realenga y fue cedida al Concejo de Jaén como aldea. Volvió a la Orden de Calatrava en 1402 y en ella se mantuvo hasta el siglo XIX. De los cinco prioratos que la Orden tenía en Andalucía en el siglo XVI, dos estaban en Porcuna, San Benito y Santa María, lo que da idea de la importancia adquirida. En estas fechas había desaparecido la Encomienda de Porcuna pero se había establecido en esta villa la Encomienda de la Torre del Cañaveral. Otras instituciones calatravas eran la fortaleza-alcaldía de la villa y la Mesa Maestral, que poseía numerosos bienes.

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