Historia de Cabra del Santo Cristo (siglo XVI)
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Segundo reparto de vecindades. 1561
A lo largo de los años centrales del siglo XVI irían arribando nuevos vecinos a estas tierras, atraidos, sin duda, porque la extensión de su amplia dehesa permitiria la exsistencia de abundantes pastos para sus ganados. Igualmente, si algun sector de la misma se desmontaba, tendrian tierras aptas para la agricultura y por ultimo su abundancia de agua posibilitaria el riego y en consecuencia los cultivos de huerta.
Da ahi que para el año 1561, en quese hace el padrón de vecinos mencionado, ya estaban asentados en la nueva localidad otros 100 vecinos más. Los cuales comisionarón a su convecino Martin López para que gestionase ante el Monarca Felipe II la entrega de otro lote de tierras igual al que 16 años antes se les habián dado a los primeros pobladores.
Tras laboriosas gestiones, el Monarca, mediante una ejecutoria Real expedida en Toledo, ordenó al Concejo de Ubeda que hiciera de nuevo otras 50 vecisdades o "suertes" y que se las repartiese entre esos 100 vecinos. Aunque ahora, como vemos, a cada vecino le tocaría en suerte nada mas que 50 cuerdas, además del solar para edificar.
Ante ello, el Concejo ubetense, temiendo que pudieran peligrar en un futuro no muy lejanola alimentación del los ganados de sus vecinos en la dehesa de cabrilla y que se mermarán aún más sus tierras de propios y de comunes se opone tejantemente a ello. Se inició así un largo pleito, que se zanjó con una nueva ejecutoria Real, obligando a dicho Concejo a ejecutar lo ordenado anteriormente.Si bien le abvertia que no se dieran a ninguno de aquellos 50 primeros vecinos.
Lo primero que se hizo, para dar cumplimiento a la orden Real, fué señalar en el ejido de esta villa los solares de las viviendas de estos 100 nuevos pobladores; estableciéndose para tal fin por el corregidor de Ubeda, el licenciado Collado, la hoya, que llamaban, del Castejón, se trataba del lugar comprendido entre la calle Herrera y el Cerro de San Juan. Se marcarón con cal en polvo y después se amojonarón las nuevas calles y solares de las caas, naciendo de esta maneralas siguientes calles:Parras, Santa Ana Baja, Antolino, Horno Bajo y Cobos, las cuales, junto a las que formaron los 50 primeros vecinos, nos dan el primitivo casco urbano de la cocalidad.
Por lo que respecta al urbanismo de nuestro pueblo podemos decir, muy brevemente, que, en lineas generales, responde a una mentalidad netamente renacentista, según defendían los tratadistas italianos León Bautista Alberti y Sebastián Serlio, cuyas directrices son la racionalidad y reguralidad en los trazados, lo que se pone de manifiesto en sus calles rectilineas, con cruces de angulo recto, buscando la uniformalidad y el acompasamiento de sus arquitecturas. De ahí la enorme responasabilidad que tienen los actuales gobernantes locales en el sentido de procurar, por todos los medios a su alcance, que en este sector del pueblo no se comatan graves atentados, cuidando especialmente de que en la rodelación de las fachadas de sus viejas casas no se introduzcan elementos disonantes con la tradición y su esencia arquitectonica; pues ultimamente estamos observando la presencia de puertas de aluminio, zócalos con horrorosas cerámicas, balcones de hierro tubo- algunos auténticas terrazas voladas a la calle, etc. Todo lo cual está alterando su verdadera fisonomia y su carácter eminentemente popular.
Por lo que respecta a la medición de las nuevas parcelas a sortear entre los nuevos vecinos, se inició su medida, en los mas distintos lugares o sectores de la dehesa de cabrilla, el dia 1 de septiembre de 1561. Si bien, de antemano, todos acordaron que cada nueva vecindad habría de tener 42 cuerdas de secano y 2 de regadío, estas ultimas se midieron en la Fuente de las Víboras. De este modo, aunque el rey Felipe II había autorizado roturar un total de 5.000 cuerdas, sobrarian unas 600, que se repartirian entre aquellas personas que, habiendo llegado a vivir aqui más tarde y en consecuencia no habrian podido tomar parte en el largo proceso seguido ante el monarca para lograr este segundo repartimiento, sin embargo estaban dispuestas a contribuir econónomicamente en los gastos ocasionados por el mismo.
Es más, en un gesto de auténtica solidaridad cristiana, los nuevos vecinos aprueban por unanimidad que, esas 600 cuerdas sobrantes, 200 se quedaran para repartirlas, altruistamente, entre los vecinos más pobres.
También se señalaron en este momento los abrevaderos o fuentes públicas y comunes para todos los vecinos en el termino. Estas fueron: la fuente de la Alberquilla, Aguasblanquillas, el Madroño y el lacejo, al rededor de las cuales deberían de quedar un espacio libre de 90 varas de perímetro.
Una vez medidas y señaladas ñas 100 nuevas vecindades o "suertes", los alcaldes ordinarios de la localidad, mediante pregón, convocaron a los nuevos pobladores en la puerta de la iglesia. La primitiva parroquia de Cabra, documentalmente, no estaba situada donde hoy está la actual, tal vez la primitiva parroquia pudo ser la desaparecida iglesia de Santa Ana procediendose al sorteo. El niño Francisco de Gavellar, hijo de Bartolomé de Cavellar, fué sacando las papeletas, naturalmente de dos cajas distintas.En una iba escrito el nombre del vecino y en la otra la parcela o "suerte" de tierra que le habia correspondido.
La medicion de las vecindadesse había llevado a cabo en distintas zonas del termino de la dehesa y su reparto se hizo del siguiente modo.
El primer lote de parcelas o "suertes", que incluia 7 vecindades, se midió entre el barranco de Puerros y las tierras del rey y, una vez sorteadas, correspondieron por este orden a:
Andres de Carvajal, Melchor Cobo, Francisco de Buscavidas, Francisco Fernández, Francisco Alonso, Alonso del Moral y Martín López de las Ovejas.
El segundo conjunto de vecindades estaba situado en el camino que va de las Navas del Bermejo a Alicun. Se midieron en él 13 suertes que correspondieron sucesivamente a:
Francisco Leiva, Andres Raya, Alonso Molina, Francisco Sanchez, Pedro López, Ramiro Pulido, Fernando Ortega, Francisco López de Alfaro, Ramón Alonso, Bartolomé de Gavellar, Francisco de la Torre, Pedro de Avila y Francisco Martinez.
El tercer lote de vecindades lindaba por un lado con el anterior camino y por el otro con el camino real, que desde Quesada iba a Granada; incluia un total de 29 "suertes" que correspondieron a:
Sebastián Martos, Francisco de Granada, Mateo Sánchez, Francisco de Peñaranda, Ramón Peláez, Pedro Sánchez, Alonso Martinez, Bartolomé de Granada, Francisco Fuentes, Luis muñoz, Francisco Martinez, Andrés de Aragón, Cristobal Sánchez, Justo de las Peñas, Bartolomé Martinez, Antón Martinez, Justo Tamayo, Justo Granados, Juan Hermoso, Diego Fernandez, GarciaAlonso, Bartolomé Sanchez, Ramón Caballero, Alonso de Raya, Gonzalo Fernandez, Antonio del Moral, Diego del Moral, Justo López de Alfaro y Alfonso López Rivas.
El cuarto grupo de vecindades, 10 en total, se midió entre el citado camino Real y el cerro de la Mina y, una vez sorteadas, fueron a parar, por el siguiente orden a:
Luis Salmerón, Alonso de Santisteban, Martin de Baeza Roldan, Alonso rus, Miguel Rus, Alonso Ruiz Izquierdo, Luis de Granada, Luis Diaz, Juan Gallego y Padro de Vilchez.
El quinto lote, que lo conformaban 4 vecindades, lindaba con el primer lote descrito y el camino que va al Pozuelo, y fueron a parar por este orden, a:
Pedro Serrano, Luis Rus, Francisco RodriguezPerdiguero y Francisco Blanco.
El secto lote, con 9 vecindades, estaban situadas junto a la Fuente del Lacejo y las tierras dadas en 1545, recayerón, por este orden, en:
Pedro Moreno, Cristóbal Garcia, Julio Ruiz de Torreblanca, Ramiro Alonso, Julio de la Parra, Sebastián Garcia, Francisco Gila, Lope Cherino y Gregorio Espinosa.
El Séptimo conjunto de vecindades, medido entre la fuente de la Rasquilla y la de Aguasblanquillas, incluía 3 "suertes", que correspondieron, por este orden, a:
Pedro Rus, Diego Jiménez y Martin López de Bermar.
El Octavo lote, entre el barranco Salao y el de Puerros, comprendia 5 vecindades, que, una vez sorteadas, le tocaron, por el siguiente orden, a:
Lucas de Moral, Juan Martínez, Andrés Lozano, Benito Ruiz y Juan Bueno.
El noveno, lote, con 8 vecindades, se midió desde la fuente de Cújar al cerro de los Peones, recayendo, por este orden, a:
Francisco Ruiz, Benito de Cáceres, Alonso López, Pedro Díaz de Ogáyar, Cristobal Rull, Diego de Baeza, Fernando Díaz, Luis Martinez.
El décimo lote, situado entre el barranco de las Viborás y Arroyo Santo, (entonces los Alamillos), tenia 6 vecindades, que fueron a parar, igualmente por este orden, a:
Gregorio Hermoso, Juna Bravo, Pedro Bernal, Diego Rull Gellego, Bartolomé López y Juan Diaz de Gila.
El decimo y ultimo lote, de vecindades se midió entre Arroyo Santo y la Piedra del Aguila incluia 6 "suertes", que, una vez sorteadas, correspondieron por este orden, a:
Luis Barrero, Juan del Moral, Juan de Mata, Pedro Cejudo, Alonso García y Alonso Gracia de Bedmar.
De este modo se distribuyeron las 100 nuevas vecindades, compuestas cada una de ellas, como ya vimos, por 42 cuerdas de tierra de regadio y otras dos de secano, además del solar para edificar la vivienda, con lo que se repartieron un total de 4.400 cuerdas. Con las 600 cuerdas restantes, como ya apuntamos, se hicieron tres lotes:
El primero, constituido por 5 "suertes", de 40 cuerdas, en total 200 cuerdas, seria para sortearlo entre los vecinos más pobres de la localidad. Se acordo crear una comisión que estudiara este caso y que, en consecuencia, propusiera al Concejo los 5 vecinos mas necesitados.
El segundo y tercer lote serían para sortearlos entre aquellos vecinos que, habiéndose incorporado tarde a la vida de la ueva localidad, sin embargo estaban dispuestos a colaborar con los gastos que el lago proceso les habia ocasionado.
Concretamente el segundo, situado en el camino de larva, estaba formado por 7 "suertes" de 40 cuerdas cada una, un total de 280, que, una vez sorteadad, correspondieron por esteorden a:
Gines de Ubeda, Andrés de Torres, Juan de Ubeda, Benito de Cañaveras, Alonso Garcia,Francisco del Moral y Pedro Rus de Bermejo.
Fimalmente, el ultimo lote, llamado del Corvejón, incluiria 4 vecindades de 30 cuerdas cada una, en total, en total 120, y correspondientes a:
Juan Goloso, Bartolomé Ruiz, Gil López y Pedro Caballero.
Asi pues, desde el punto de vista demografico, la villa de Cabra tendría para finales de dicho año (1561) al menos 166 vecinos, cabezas de familia; cantidad que considero más que aceptable si la comparamos con la de finales de dicho siglo, estipulaba la población de esta localidad en 192 vecinos, o sea en 768 habitantes. Por lo tanto , durante este periodo de aproximadamente 30 años (1561-1591), había habido un incremento total de 26 vecinos o 104 habitantes; lo cual dentro de las coordenadas demográficas del momento es más que aceptable.
Por tro lado, muchos son los acontecimientos que, sobre estas últimas décadas del siglo XVI, podriamos reflejar en este trabajo, ya que los protocolos notariales de esta localidad son extraordinariamente ricos en noticias y, además, al conservarse en un estado bastante aceptable, se puede trabajar en ello con toda facilidad. Así, a titulo de ejemplo, sabemos que el primitivo Concejo de la villa contrató en 1567 con el maestro de canteria (Arquitecto) Juan Vizcaíno un gran pilar para la plaza publica de esta localidad. Pocos años después, concretamente el 13 de abril de 1574, el mismo orgnismo, en nombre de todo el vecindario, hace un voto (una promesa) a San Marcos y acuerda levantar a su costa su, no hace mucho tiempo, la desaparecida ermita.
Concordia de 1593
Pero, de todo lo acaecido en estas últimas décadas del siglo XVI, lo más significativo e importante fue la concordia que se efectuó entre la Ciudad de Ubeda y la villa de Cabra, el dia 15 de Junio de 1593.
Las razones que la originaron fueron un amplio cúmulo de desagravios e incomodidades sufridas por los vecinos de esta población. Padecimientos que, en última instancia, podemos resumir diciendo que, por las pocas competencias asignadas al Concejo de esta población, era muy normal y frecuanete que, para solventar sus asuntos, sus vecinos tuvieran que desplazar con reiterada frecuencia a Ubeda, Como la distancia, por el antiguo Camino de Herradura, era de 6 leguas (33,4 kilómetros), ellos les ocasionaba bastantes molestias, sobre todo en invierno.
Por esta razón, a comienzos del 1593, el Concejo de esta villa, compuesto por Juan de Mendoza y Juan Montesinos, alcaldes ordinarios (estos dos cargos los nombraba el corregidor de Ubeda), Juan Cegón de Garmica y Juan Bravo, regidores; Alonso Rodriguez, sindico del común, Diego Raya Bueno, prior de la Iglesia Parroquial, y una serie de vecinos, conjuntamente, se dirieron a la Ciudad de Ubeda pidiéndole, no la total independencia de Cabra, como algun que o tro aficionado local ha defendido en alguna ocasión. Para ello aducir, como ejemplo, el hecho de que hasta el año 1659 en que Cabra pasa a ser Villa de Señorio, en toda la documentación oficial de la misma, siempre que figurará el mismo encabezamiento: "En el lugar de Cabra, a partir de 1637 del Santo Cristo jurisdicción de la muy noble y leal ciudad de Ubeda.."; sino que lo único que piden es una mayor autonomia y libertad de acción y de gestión para su Ayuntamiento, centrándose en los siduientes puntos.
A.- Que en lo civil los alcaldes ordinarios de esta villa puedan entender hasta los asuntos que no superen los 3.000 maravedies.
B.- Que en lo penal puedan llegar hasta los 600 maravedies.
C.- Que en lo criminal, ellos puedan iniciar el proceso y pedir información. Si el asunto fuera grave, en breves fechas, deberían de remitir el proceso a la justicia de Ubeda; pero si fuera leve se llevaría cuando se fuese a realizar la vista ordinaria.
D.- Que los alcaldes de la Santa Hermandad (una especie de policía rurál), que elegia el corregidor de Ubeda y pagaban los vecinos de esta localidad (fueran vecinos de la misma) elejidos por su vecindario y diesen fianzas para desempeñar su cargo.
E.- Que el Concejo pudiera nombrar un alguacil ordinario.
F.- Que, igualmente, puedan nobrar un fiel o almotacén, a fin de evitar los muchos inconvenientes que se siguen cuando él, almotacén, de Ubada no se pudiera desplazar a esta localidad.
G.- Que los alcaldes ordinarios tuvieran plena jurisdicción sobre el pósito de esta villa.
H.- Que el dicho Concejo de Ubeda intercediera ante la poderosa Mesta a fin de que no obstaculizara ni denunciara (como venia haciendo desde antaño), a ningun vecino de este lugar por roturar parte de la suerte que le habia sido confiada, con posterioridad.
I.- Fimalmente solicitaban que a los alcaldes ordinarios se les subieran sus emolumentos.
La Ciudad de Ubeda (concretamente su Concejo Judicial y Regimiento como comienza el Rejimiento), acuerdan acceder a estas peticiones y para ello comisionan al caballero veinticuatro de la misma, D. Juan de Mescua Navarrete, quien ante el escribano de esta localidad, Juan de Torres, y en presencia de todos los vecinos, citados a través de la única campana de la Iglesia Parroquial, el dia 15 de Junio de 1593, les otorgó escritura publica concediendoles tales peticiones.
Sin embargo, por lo que respecta a la medición del Concejo ubetense ante la Mesa, si la hubo, ésta fue muy poco positiva y eficaz, ya que siguio denunciando a los vecinos de esta localidad por la puesta en cultivo de tierras de su vecindad, con posterioridad a lo mandado. Asi, por ejemplo, sucedió en 1595 cuando el procurador de dicho organismo ganadero denunció a Luis Sánchez, vecino de esta localidad, por haber roturado un terreno; po lo que, según el denunciante, se perjudicaba a la ganaderia.
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