Historia de Peal de Becerro (Época Contemporánea)

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Este periodo comienza con la supresión del Adelantamiento por parte de las Cortes de Cádiz en el año 1811 (que sería solo en la jurisdicción civil, no en la religiosa, pues esta zona seguiría perteneciendo a la diócesis de Toledo, y no a la de Jaén, hasta el año 1954) y con la ruina que supuso la Guerra de la Independencia en esta zona. Durante ésta los vecinos de la Comarca se distinguieron por su patriotismo, luchando heroicamente contra el invasor. Como premio a tan altos servicios, las Cortes Generales de Cádiz, concedieron a la Villa de Cazorla el título de Ciudad, con la distinción de "Muy Noble y Leal". Más tarde Alfonso XII recompensó la fidelidad de Cazorla a la Corona a lo largo del conflicto carlista otorgando a su Ayuntamiento la categoría de Excelentísimo.

Tras la supresión del Negociado de Maderas los montes por encima de los 1200 metros pasaron a ser propiedad del Estado o de los municipios, y el resto a manos particulares, lo que originó conflictos por la utilidad de los mismos entre agricultores y ganaderos.

Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz a lo largo del siglo XIX tuvieron consecuencias importantísimas para estas sierras, pues supusieron la repoblación de las mismas. A raíz de un decreto se permitió ocupar las tierras de realengo cercanas al Guadalquivir y sus afluentes. Es el origen de los Hornilleros. Aunque esta reforma fue infructuosa, supuso la “colonización” de la Sierra de Cazorla, hasta que se declarara el Coto Nacional de Caza (1960), cuando los serranos fueron obligados a abandonar sus casas para vivir en los pueblos que entonces se crearon al efecto, Coto Ríos y Vadillo.

Enrique Mackay Monteverde, ingeniero de Montes, llega a Cazorla en 1898, cuando es destinado al distrito Forestal de Jaén, y realiza una importantísima labor en la conservación de los montes del Estado y sus recursos.

Cortas incontroladas de madera, incendios (debidos, entre otras causas, a las presiones de las primeras compañías ferroviarias), roturaciones no autorizadas y una excesiva carga ganadera amenazaban seriamente los montes.

Para la correcta gestión de los montes públicos, Mackay impulsó la construcción de una importante red viaria, que hasta entonces no existía en la sierra, la reforestación de especies y la creación una adecuada guardería forestal, que además dispusiera de una serie de casas y alojamientos en la sierra para así evitar largos desplazamientos innecesarios.

En su conjunto la Ordenación de Mackay asombra hoy al considerar que, en un libro escrito hace más de medio siglo, se tratan temas tan actuales como la estabilidad y la diversidad, y se apuntan soluciones para la Ordenación de los montes mediterráneos. En la calle del Carmen, podemos encontrar una placa que hace referencia a su labor en Cazorla en la casa en que vivió y que todavía conserva la familia.

Los Hornilleros

Se conocen con el nombre de Hornilleros a los primeros pobladores o colonos de estas montañas que vinieron atraídos por el nuevo decreto tras las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. Este decreto permitía ocupar libremente las tierras de realengo para su cultivo y puesta en valor, de manera que aquellos que lo hicieran pasarían a ser sus propietarios. De este modo fue cómo gentes procedentes principalmente de la zona de Valencia, Albacete y Almería vinieron a ser los primeros serranos. Traían consigo todos sus escasos bienes, algunas bestias y enseres, entre ellos un “hornillo” o arnafe para cocinar, de ahí el nombre de hornilleros. De hecho, una de las localidades que surgió de esta colonización se conoció popularmente con el nombre de Hornillo (hoy Santiago-Pontones).


Los hornilleros roturaron el monte y acondicionaron la tierra para cultivo y el ganado, además de obtener otros aprovechamientos del bosque. Sin embargo poco duró esta situación. Cuando las tierras y cortijos estuvieron bien acondicionados llegaron los topógrafos del estado para tasarlas y cobrar los impuestos, con lo cual muchas de estas familias que no pudieron hacer frente a los pagos pasaron a ser peones de los terratenientes que finalmente compraron las tierras.

Con posterioridad, ya a mediados del siglo XX los descendientes de los hornilleros fueron obligados a dejar casas y cortijos para vivir en las aldeas de nueva construcción como Vadillo o Coto Ríos debido a la declaración de unas 70.000 hectáreas de Coto Nacional de Caza.

Los Pineros

Desde antiguo la sierra ha sido un lugar rico en recursos: apicultura, setas, betunes o alquitranes vegetales, plantas aromáticas, mantillos, frutos, caza, pesca, líquenes, carbones vegetales y especialmente la madera. El transporte de la madera por el río Guadalquivir ha sido una las actividades laborales más comunes entre la gente de la zona, y los encargados de realizar esta tarea se conocían con el nombre de pineros. En primer lugar, había que preparar el curso del río para que las maderas pudieran ser transportadas sin dificultad. Después una cuadrilla de pineros reconducían los troncos a través de la corriente con largas varas terminadas en un gancho (por este motivo, en otras zonas toman el nombre de “gancheros”) Todavía podemos contemplar los restos de este trabajo en las lanzaderas como la de la Cerrada de Utrero, o la cabria para subir las maderas que aún existe en el embalse del Tranco de Beas.

El trabajo de la madera no consistía solo en el trasporte, primero los aserradores cortaban los árboles, los hacheros labraban los troncos, los ajorraores los arrastraban con mulas a través de los “jorros” y los sacaban del monte hasta la lanzadera más próxima. Incluso se construían teleféricos o funiculares para el transporte de la madera hasta zonas próximas al río en determinados lugares de complicada orografía. Estos teleféricos forestales se conocían popularmente con el nombre de “cables”.

El director y guionista de cine Antonio del Real, cazorleño, atraído por sus orígenes llevó al cine la novela de Jose Luis San Pedro “El río que nos lleva”, donde refleja el trabajo de los pineros o gancheros.

Las Pegueras.

A la explotación de la madera, hay que sumar dos importantes aprovechamientos forestales: la obtención de alquitrán vegetal en pegueras y el carboneo de ramas. La obtención de carbón de madera ha venido siendo habitual en nuestros montes desde tiempo inmemorial y se dedicaba principalmente a consumo doméstico. Sin embargo, la obtención de alquitrán o pez fue una importante actividad económica que daba empleo a gran parte de la población. Las pegueras eran unos hornos para la extracción del alquitrán vegetal o pez situados en zonas internas de pinares donde se aseguraba la materia prima: la tea del pino. La tea la producen principalmente los pinos viejos cuando en su zona baja del cuello (tocón), ya muerta, se impregna de resina para evitar la pudrición a causa de los hongos. La madera de pino muerta sometida a altas temperaturas expulsa la resina al exterior, por tal razón se construían las pegueras, que llegaban a alcanzar temperaturas muy altas. En realidad estos hornos eran profundos hoyos que se hacían aprovechando la pendiente natural del terreno hacia una zona de rellano para así poder recoger el producto y almacenar la tea. Se construían a mano con piedra, tierra y maderas.

A cambio de la cantidad estipulada, el producto ya obtenido se entregaba al “rematante”, que era la persona que había recibido la adjudicación del aprovechamiento en determinado monte y quien finalmente lo comercializaba .

La existencia de otros productos derivados del petróleo que vinieron a sustituir al alquitrán vegetal acabó con esta actividad tradicional en los años sesenta.

Centro de Capacitación y Experimentación Forestal de Vadillo-Castril.

La antigua escuela de capataces forestales, como se conoce popularmente, está ubicada en pleno corazón de la Sierra de Cazorla y fue fundada en los años sesenta con el objeto de crear especialistas en la explotación forestal.

En la necesidad que tenía RENFE de reciclar y formar especialistas en sus explotaciones de madera en los años sesenta debemos buscar el origen de este centro formativo. El primer curso se imparte en el año 1965 tras un acuerdo entre RENFE y el Ministerio de Trabajo para formar aserradores, cablistas, maquinistas, y otras profesiones directamente relacionadas con la explotación de la madera. Al no existir instalaciones para este fin, se dieron los primeros cursos en barracones o edificios bajos que había en Vadillo.

Poco a poco se va forjando lo que serían los estudios de Capataz Forestal, cuya primera promoción es del año 1970, integrándose en las Escuelas de Capacitación Agraria. Un año más tarde se construye un edificio en el mismo lugar que se encuentra el que podemos visitar actualmente, reformado en los años noventa ya por la Consejera de Medio Ambiente, que detenta la titularidad.

Actualmente el Centro imparte el ciclo de grado superior de Gestión y Organización de los Recursos Naturales y Paisajísticos. También se pueden realizar una serie de cursos y jornadas de temática variada relacionada con el Parque Natural o el medio ambiente, en general: cursos de flora del Parque, ornitología, micología, madera, etc. Además, en colaboración con diferentes organismos e instituciones, se realizan diversos trabajos experimentales y otras actividades de formación ambiental.

En la actualidad, Vadillo es uno de los Centros más prestigiosos en su especialidad, y ha conseguido aumentar tanto el número de sus actividades y cursos como el número de alumnos, mejorando constantemente la calidad de su enseñanza.

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