Historia de Andújar
Andújar, con 212 m de altitud y sobre el valle del río Guadalquivir, ubicándose en una de sus terrazas, es un pueblo, una ciudad, cargada de historias. No muy lejos del actual casco urbano y en dirección Este se han encontrado restos líticos que pertenecen a la Cultura Achelense. Dando un salto en el tiempo fueron los oretanos, pueblo ibérico, el que pobló estos contornos y entró en contacto con los turdetanos, fenicios, griegos y cartagineses; pueblo ibérico que destacó por sus ciudades fortalezas como Obulco (Porcuna), Cástulo (Linares), Iliturgi (Mengíbar), Isturgi (Andújar), etc.
Con la llegada de los romanos toda esta zona fue romanizada muy pronto, primero bajo la organización de la Hispania Ulterior y más tarde bajo la Bética y dentro del Conventus Cordobensis. El puente Viejo tiene con toda seguridad origen romano, aunque muy alterado por numerosas remodelaciones. Las “villae” poblaban toda la ribera del Guadalquivir cuando cayó el Imperio Romano y le sucede la organización Visigoda, “la territorio” bajo un “iudice”.
Tras la batalla del Guadalete en el 711 todo el sur peninsular pasaría a convertirse en el Al-Andalus. Según cuenta Inb Idarí, durante el emirato de Muhammad V en el 853, hubo un encuentro bélico en Anduyar (Andújar), siendo la primera vez que el nombre de Andújar aparece en una fuente histórica; Abd Allah en el 888 manda fortificar Andújar y algo más tarde los almohades, a mediados del siglo XII, fortifican la ciudad definitivamente, cuyos restos han llegado hasta hoy muy mermados.
Andújar era ya un centro de producción de cerámica y alfarería continuando con la tradición de la “sigillata” hispano-romana. En 1225 Fernando III consigue de forma pacífica la ciudad a los almohades, comenzando pronto la transformación de ciudad islámica a ciudad cristiana; son tiempos bajomedievales y aparecerán las primeras iglesias de estructuras góticas. Andújar y su tierra es declarada por el monarca tierra de realengo, dándole el Fuero de Cuenca. Un final de la Edad Media rico en acontecimientos: en 1368 una raza nazarita pretende tomar la ciudad, hecho que imposibilitará su alcaide Juan González; en 1446 el rey Juan II le otorga a la villa el titulo de “ciudad” por su fidelidad a la corona; en 1466 Enrique IV la convierte “En muy noble y Leal”. En 1472 Pedro de Escavias es su alcalde mayor perpetuo, hombre de letras, de canción y de armas. En estos años también queda formado su escudo con todos sus elementos con el pendón rojo municipal. Con Isabel la Católica llegarán los corregidores, siendo en 1478 Francisco de Bobadilla, el mismo que manda derribar las fortificaciones y cumplir el mandato real. En 1478 milicias de Andújar intervienen en la conquista de Málaga, como antes habían intervenido en la conquista de Moclín.
En el siglo XVI, con el comercio abierto hacia el Atlántico, la ciudad vivirá momentos de esplendor, y fruto de ello será el ennoblecimiento debido a una pujante aristocracia y a una gran proliferación de órdenes religiosas que se ubicarán en la nueva ciudad-convento nacida ya extramuros por los arrabales de San Bartolomé y de San Miguel.
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