Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de (Iznatoraf)
Visible desde kilómetros, se alza en lo más alto, la Iglesia Parroquial de Iznatoraf, de estilo renacentista y enclave musulmán. Al principio, se le llamó Iglesia de Santa María de Iznatoraf, concretamente en el año 1311. De este modo, el rey Fernando III "el Santo", al tomar la villa a los moros, consagría su antiguo lugar de oración al culto de la cruz, mandando construir en su recinto un templo de traza gótico-mudéjar.
En el siglo XVI se levantó la actual Iglesia Parroquial actual en su solar, ya que en unas cuentas de fábrica se refleja cierto gasto que hubo en derribar la vieja y reconstruir la nueva. Se empieza a construir en el año 1583 y acaban del todo alrededor del año 1602 (estado de perfección). Se construyó bajo la dirección de Alonso Barba, discípulo de Vandelvira. Se utilizó piedra blanca de la vecina Sorihuela del Guadalimar y madera de pino de la Sierra de Segura para su construcción a cuyas obras contribuía Felipe II (1556-1598).
De planta casi cuadrada, cuatro grandes pilares la dividen en tres naves, dejando la central más ancha. El espacio central y los ángulos se cubren con bóveda vaída y los intermedios con bóveda de aristas. La Capilla Mayor es interesante por la amplitud de un espacio rectangular de testero plano –con ventanales abocinados de medio punto con frontón triangular– cubierto con una media naranja sobre pechinas, mientras que a ambos lados se abren sendos arcos de medio punto formando grandes nichos con venera.
A los pies, el Coro muestra una bella sillería de talla barroca. Al exterior presenta vastos contrafuertes en la cabecera y una torre con aspilleras rematada en un capitel octogonal.
En 1877 se rehabilita el edificio debido a su mal estado, obras que tendrían continuidad hasta la década de 1920. La última restauración se llevó a cabo en 1990.
Este monumento, posee una riqueta interior deslumbrante: Cartelas, roleos y motivos heráldicos de los Obispos bajo cuyas prelacías, se fue levantando la iglesia torafeña. Pero el mayor tesoro, es la Sacristía y el conjunto de ornamentos y piezas litúrgicas que alberga.
Cuenta con una preciosa mesa de mármol negro y alabastro, del siglo XVIII y unas enormes cajoneras de nogal que presentan labras con excelentes tallas –apóstoles, fustes monstruosos, nudos cerámicos y adornos de trapos a lo siloesco– fechables en la primera mitad del xvi y atribuidas a Juan de Reolid, están consideradas como unas de las mejores de la provincia.
Por último, reseñar la magnífica platería (cruces, custodias, cálices…), su completo archivo y los famosos ternos, alguno bordado en la ciudad de Baeza a fines del siglo XVI.
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