Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación (Cambil)

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Se empezó a construir sobre la antigua mezquita musulmana, hacia finales del siglo XVI.

La construcción se atribuye a Alonso Barba, quien a su vez, aplicó a la construcción los esquemas del italiano Vignola. Se trata de una estructura de gran volumen en el exterior, que destaca por su enorme sobriedad. La torre del campanario posee una planta cuadrada y muestra un relieve con el escudo del obispo Moscoso.

En la portada, de orden toscano, vemos un arco de medio punto con ménsulas marcadas y flanqueado por dos columnas. El entablamento es liso y sobre él aparece el relieve que da nombre a la iglesia: "La Encarnación". A ambos lados del relieve podemos apreciar los escudos del obispo Sarmiento.

El templo se divide en 3 naves: una gran nave central con dos naves laterales en las que se abren capillas, la más destacada la que guarda el lienzo del patrón: el Cristo del Mármol, terminada en 1675 y con un retablo dorado de estilo barroco y con columnas salomónicas.

Unos tramos de la nave están cubiertos por bóvedas de cañón y otros con bóvedas de arista. Dentro del templo encontramos con una rica imaginería: junto a la puerta de entrada, que destaca por su estilo mudéjar, encontramos el Baptisterio, en una pequeña capilla, donde destaca un retablo renacentista con Cristo crucificado.

La capilla contigua a ésta es la de las ánimas benditas, donde aparece un lienzo que ocupa toda la pared, obra del fallecido pintor Juan Almagro. Junto a ésta, aparece la capilla del Cristo del Mármol, antes mencionada (véase también la leyenda del Cristo del Mármol). La siguiente capilla es mayor y da acceso a la sacristía, es donde está ubicada la patrona de la localidad: la Virgen del Rosario. Al otro lado del altar, encontramos la capilla del Calvario, con el Cristo de la Misericordia, la Virgen de los Dolores y San Juan, figuras que procesionan en Semana Santa. También en esa capilla se ubica el Sagrario. La siguiente capilla está ocupada por Jesucristo Nazareno, junto a la puerta de salida del templo.

Retablo

En cuanto al retablo, se trata de la mayor joya que existe en la localidad. De estilo renacentista, obra de Sebastián de Solís. Dicho retablo fue tallado hacia y policromado y dorado en 1670 por Juan de Almazán y Tomás de Leiva Navarrete. Se estructura en una clara ordenación arquitectónica: consta de dos pisos, con tres calles y dos entrecalles. La división se realiza mediante columnas de orden corintio gigante. En la calle central encontramos una gran hornacina, donde, antes, se encontraba el sagrario. La finalidad del retablo es claramente catequética, ya que plasma varios capítulos de la vida de la Virgen, a la cual, está consagrada la iglesia. Sobre la hornacina central, vemos un relieve de la Encarnación, que le da nombre a la Iglesia, enmarcada por un arco de medio punto. En el centro de la calle central apreciamos un hermoso Calvario (Cristo crucificado, la Virgen y San Juan). Culmina la calle central el frontón del que sale la figura del Padre Eterno.

En la calle lateral izquierda, encontramos otra escena de la vida de la Virgen: La visitación de la Virgen a su prima Isabel y en la lateral derecha el nacimiento de Cristo y la adoración de los pastores.

Se muestran retratados además los cuatro evangelistas: dos bajo la visitación: san Juan y san Mateo y San Lucas y San Marcos en los frontones partidos de las naves laterales. Bajo el Nacimiento de Cristo aparece también la figura de San Roque y queda un espacio en blanco, donde antes estaba ubicada Santa Catalina, que al ser de escayola y agregada muy posteriormente desentonaba con la estructura del retablo, por lo que fue eliminada hace relativamente poco tiempo. Entre los frontones partidos encontramos las figuras de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen y a ambos lados del Calvario, en pequeñas hornacinas las esculturas de San Pedro y San Francisco de Asís. Encontramos el escudo heráldico del obispo Sancho Dávila y Toledo, bajo cuyo pontificado se realizó el retablo y un escudo que muestra un jarrón con azucenas, símbolo de la pureza de María. Junto al Padre Eterno vemos dos alegorías: la Fe y la Justicia, recostadas sobre frontones curvos. y a ambos lados de la Anunciación las esculturas de los diáconos San Lorenzo y San Esteban, que se les reconoce por sus símbolos de pasión: la parrilla, hoy desaparecida y las piedras.

Dichas esculturas provienen, casi con toda seguridad, del antiguo convento de Santa María de Oviedo, primer convento de los monjes Basilios en España que se estableció en Mata Bejid.Por último mencionar las dos esculturas de los arcángeles San Miguel y San Rafael, que fueron añadidas al retablo en el siglo XVIII.

El retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación es, por su visualización de conjunto, por su canon clásico, por la contención expresiva en la línea de Berruguete y por la minuciosidad artesanal una de las obras maestras de la provincia de Jaén.

Localización

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