Juan B. Villalpando
Jesuita y natural de Córdoba, pasa a Baeza al fundarse el primer colegio de la Compañía en esta ciudad, hasta que en 1592, acompañado del padre baezano Jerónimo del Prado, marcha a Roma para terminar la obra que le ha dado fama universal, los comentarios del Templo de Salomón, según la visión del profeta Ezequiel, encargo ambicioso de Felipe II, que motivó serias disputas teológicas y peligrosos roces con la Inquisición, motivo por el cual se terminó en Roma, donde murió su compañero del Prado.
Matemático, filósofo, amigo y discípulo de Herrera, el complejo ambiente cultural en torno al Escorial, dominado por la magia y el esoterismo, y Baeza ciudad floreciente, espoleada en aquellas fechas por el movimiento de los iluminados y su Universidad, donde explicaba Jerónimo del Prado, fueron climas propicios para la labor especulativa del jesuita, acompañada de la práctica arquitectónica con su restauración de la Catedral, siendo originalmente suya la Capilla Mayor, con el altar y bóveda subterránea, con medidas escrupulosamente terminadas, con arreglo a su obsesión por la euritmia como "orden divino" , que dominaba su idea de arquitectura.
La portada principal de la Catedral le debe su traza, así como el Colegio de Santiago, con dos trazas, una de Jerónimo del Prado y otra de Villalpando, es el ejemplar manierista con más pleno sentido arquitectónico y ritmo perfecto de proporción.
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