Los noviages de la primera mitad del siglo pasado. mENGIBAR
Relaciones entre hombres y mujeres a medidados del siglo XX
El hombre era el que tenía que dar el primer paso, la mujer nunca; cuando se decidía, la mujer siempre lo rechazaba aunque le gustara, con estos tira y afloja, se pasaba al menos un año, con cuidado que no te viera la familia. En este tiempo, aunque nadie lo sabía, todo el mundo estaba enterado, incluida la familia.
El pretendiente, por la noche, rondaba por la calle, por si ella salía a algún mandado, y la acompañaba siempre con una amiga. El novio, todavía sin serlo, hacía amistad con el vecino de enfrente, y allí esperaba. La mujer, por su parte, si no había mandado, buscaba algún pretexto para su madre e iba a casa de la vecina un poquito.
Pasado el tiempo, ella le obligaba a su pretendiente a hablar con su padre, o sea, que le hiciera saber que estaba en relación con su hija. Pero no se hacía de modo formal, sino que tenía que tropezarse con él por la calle.
Ahí quedaban en lo que fuera, siendo lo normal que le diera permiso para que hablara con su hija por la ventana, a través de la reja, pero (que el caso era frecuente) si tenía otra hija novia que ya ocupaba la ventana, al novio de ésta se le daba permiso para que entrara en la casa, y éste segundo tenía que esperar. Si la ventana estaba ocupada, se sabía de antemano, pero hablar con el suegro era obligado porque era lo que formalizaba el noviazgo. En otras ocasiones, el padre podía disponer de que la ventana fuera ocupada una noche por una pareja y y la siguiente la otra, o lo que es lo mismo, una noche si, y la otra no, para ambas parejas
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