Lumbres de San Antón

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Las Lumbres de San Antón es una de las fiestas más propias, y particulares de las celebraciones jiennenses. Constituye un rito de fuego, con todas las connotaciones propias de la fiesta campesina, aunque se ha adapatado al ambiente urbano propio de la ciudad, acomodándose a los espacios abiertos, plazas, y solares que existene en ella.

Orígenes.

Los orígenes de la fiesta se remontan a cuando Don Miguel Lucas de Iranzo, condestable o gobernador militar de la ciudad, en la noche del 16 de enero, enviaba cuatro antorchas que ardían ante el altar del santo toda la noche y el día 17 completo.

Pero desde luego la festividad de San Antón tiene más de profano que de religiosa. Tradicionalmente, al atardecer se encendían lumbres en las huertas, cortijos y caserías y en el monte, en todos aquellos lugares en los que había ganado y animales domésticos. Es posible que en estas hogueras tuvieran connotaciones mágicas, que se esperara de ellas ahuyentar las enfermedades y plagas de los animales: En San Antón, la gallina pon, dice el refrán.

Esta fecha y su fiesta, también se relaciona con la cosecha y las labores del olivar. Para la fiesta, la recolección de la aceituna está acabada y se pasa a la poda del olivo. Precisamente son estos restos de la corta, el ramón, el material básico de la hoguera. A ella se le unen muebles viejos de los que acaso se cambian una vez que se dispone de dinero al cobrar los jornales de la aceituna.

Durante los días previos, los vecinos, y muy especialmente los niños, salen a los campos cercanos y buscan en las casas en busca de materiales que sirvan de combustible. Son frecuentes las peleas, asaltos y hurtos del material recogido por otros grupos, situaciones que van creando el ambiente de la fiesta y que también provocan, el interés porque la lumbre de cada uno sea la mejor.

Algunas características de la fiesta

A lo impresionante de las hogueras se les une el ruido: no sólo el crujido del ramon quemándose sino tambien petardos, cohetes que se arrojan a la lumbre para aviviar la fiesta.

Desde la hoguera, y en lo alto de un mástil, se sitúa un muñeco de trapo, una especie de espantapájaros que se confecciona con ropas viejas y se rellena de paja. El ocasiones la cabeza se confecciona con una calabaza hueca y pies y manos se rellenan de mistos, piñas roseteras, petardos, que explosionan ruidosamente al prenderse. ¿Qué representa? Tal vez el triunfo sobre el diablo y su expulsión. La figura del mal que desaparece en un mar de fuego.

Bailes y canciones populares

En esta fiesta también es muy característico el cante y el baile de los melenchones, a medio camino entre juego y el baile, con letras algo picantes, desenfadas, e improvisadas en la mayoría de los casos.

Gastronomía

Al calor de la lumbre es común que todos coman, rosetas, y tapas sencillas como embutidos de la aún reciente matanza, unos tomates picados con cebolleta, unos filetes de tocino crudo..., acompañadas con vino. Aquellos que van de una lumbre a otra suelen llevar su bolsa llena de rosetas y hasta en los bares se ofrece esa noche como una tapa más.

En las fogatas más tradicionales, los vecinos comparten la comida en alguna mesa que se sitúa en una esquina de la plazuela o de la calle. Es frecuente que a los visitantes, los que van de una lumbre a otra, se les ofrezca un vino y una tapa mientras se queda acompañándolos un rato.

La fiesta moderna

Esta celebración ha ido cambiando con el tiempo; sobre todo desde que se celebra la Carrera Popular de San Antón. Un acontecimiento deportivo con el que se han identificado los jiennenses que salen a aplaudir a los corredores a lo largo del circuito urbano. Se distribuyen entre los espectadores pequeñas antorchas que adornan las calles y que dotan a la noche de un espectáculo singular.

El Ayuntamiento organiza además un concurso entre las lumbres de los distintos barrios, lo que procura un incentivo añadido a la celebración.

Lumbres hay por toda la ciudad, pero las más interesantes coinciden con los barrios más populares: las de la Magdalena, las de San Felipe y las de la Alcantarilla han gozado siempre de fama. Pero también se ambientan mucho las de Santa Isabel o las de la parte alta de la Avenida de Andalucía, que los jiennense conocen como el Gran Eje, o las del Polígono del Valle.

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