Fiestas de Huesa
Fiestas en Honor a San Silvestre
Conserva Huesa una curiosa fiesta en honor de San Silvestre que comienzan la noche del 30 de diciembre con la quema en la plaza de la iglesia de los "Castillos del Santo", ritual de fuego en torno al cual se reunirán los ciudadanos y ciudadanas de Huesa y todos los visitantes (que no son pocos en estas fechas) a beber cuerva y a comer "flores" (palomitas de maiz).
Se conserva la costumbre de "servir al santo", ya sea para cumplir una promesa en señal de acción de gracias o por un voto penitencial. Mediante sorteo se adjudican los denominados "cargos" de Capitán, Abanderado y Guinche, los cuales tienen que vestir los trajes propios de cada cargo que están inspirados en los originarios uniformes de gala del ejército del siglo XVIII. Habrán de acompañar al santo en su procesión al son de un tambor, mientras que el Abanderado, terminada la función religiosa, hará una muestra de habilidad en el manejo malabar de la bandera, donde, a invitación suya, suelen participar algunos de los presentes.
Con el paso de las horas los "cargos" tienen que ir recorriendo los bares del pueblo para encontrar a sus paisanos haciéndolos salir a la calle para que "cada vez más alegres" bailen la bandera. Era costumbre antigua que cada cargo fuera acompañado por una escuadra de trabuqueros que iban haciendo descargas de salvas durante toda la procesión, siendo el estallido de la pólvora motivo de exvoto a San Silvestre y muestra de aprecio y amistad hacia aquellos ante cuya puerta se hacían sonar los disparos.
Muy apetitosa es la tradición de ofrecer a San Silvestre unos monumentales "roscos de baño blanco", dulce de reminiscencias e influencia morisca, que son obsequiados por los cargos y cuantos vecinos tienen promesa de hacerlo, los cuales son subastados el día 1 de enero en la puerta de la iglesia, dedicándose lo recaudado a las necesidades parroquiales.
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