Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia (Torreperogil)

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Ermita Virgen de la Misericordia.jpg

Denominación

Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia (Torreperogil)

Localización

Calzada de la virgen, Torreperogil

Cronología

1593

Arquitecto

Propiedad

Eclesiástica

Catalogación


Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, de Torreperogil.

Historia

Fue construida entre 1593 y 1634. En el interior presenta una nave de planta rectangular, restaurada en la década de 1960, cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos y articulada con cinco capillas hornacinas a cada lado. El presbítero se cubre con media naranja sobre pechinas y comunica con el camarín mediante arco de medio punto sobre mensulas dobles. La fachada principal se construyó entre 1960 y 1965; con arco de medio punto enmarcado por otro que se apoya sobre pilastras dentro de un alfiz rematado con un gran frontón triangular.

Interior.

La portada renacentista del siglo XVI, en el lado sur, que abre con arco de medio punto de amplias dovelas sobre imposturas, flanqueadas por pilastras decoradas con espejos que exhibe en las enjutas, escudos nobiliarios sobre cartelas apergaminadas de los Narváez-Mexía. En el camarín de decoración mixtilínea, con sensuales guirnaldas de frutos y motivos exóticos, destaca un relieve de la Inmaculada Concepción con amplios ropajes sostenidos por angelillos.

La imagen de Nuestra Señora de la Misericordia, patrona de Torreperogil, es de autor anónimo y fue esculpida en Córdoba en 1939, si bien el rostro actual se debe al granadino D. Manuel Mesa, quien la restauró en 1960. Nuestra patrona quiso quedarse entre nosotros el 24 de mayo de 1516, cuando unos boyeros procedentes de Sevilla transportaban una carreta conteniendo la imagen de la Virgen de la Misericordia con destino a Segura de la Sierra. Ante la Sra. oró Mª Isabel Tíjola, manca de la mano derecha, quien milagrosamente recuperó el brazo perdido, que mostrando a las autoridades se trasladaron al lugar, viendo como los boyeros eran incapaces de mover bueyes y carreta. Entendiendo que la Virgen quería quedarse entre nosotros, la trasladaron a la ermita de San Cristóbal de cuyo suceso dio testimonio el escribano Alfonso de Jérica.

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