Historia de Siles

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Siles luz y color, entre aroma de pinos; es la sorpresa de la sierra. Siles es un pueblo alegre, limpio, bien urbanizado, y en torno suyo, altas cumbres, pinares intrincados, magníficos horizontes.

Villa de indudable antigüedad, no determinada con precisión. Se sabe que fue ganada a los moros por don Pelay Pérez Correa, y que otro Maestre de Santiago, don Lorenzo Alvarez de Figueroa, a principios del siglo XIV, le dió privilegio de villazgo, confirmado luego por Felipe II.

Etimología

En cuanto a su etimología, tal vez el nombre de Siles - dicen viejos centones- proceda de los muchos silos encontrados en el inmediato cerro de San Cristóbal, o del latín Sileo (callar) ,pues, en efecto, la villa está como callada metida en un valle, entre cerros.

Heráldica

Son sus armas un castillo rodeado de una muralla. En plena Edad Media era un pequeño burgo ceñido ceñido por murallas musulmanas, en cuyo ángulo izquierdo un torreón en forma cilíndrica llamado El Cubo, en regular estado de conservación aún, defendia los caminos de Segura y Santiago de la Espada.

Hechos históricos

Ante esos muros, don Alfonso Méndez Guzmán, Maestre de Santiago y hermano de doña Leonor (madre que fue de los muchos hijos que tuvo el rey Alfonso XI), venció al rey de Granada, que en represalia por las incursiones que los cristianos habían realizado en tierra de moros, quedando las villas de Alcaudete, Locubín, Priego y Alcalá la Real, tenía cercado Siles.

La Crónica rimada ha cantado en muy gentiles estrofas este bravo episodio, en el que la hueste cristiana, muy inferior en número a la sarracena, enardecida por la bravura del Maestre, puso en desordenada fuga a los infieles, cogiéndoles copioso botín y levantando el cerco de los situados en trance tan desesperado, que en aquel mismo día hubieran sucumbido. Pero por más exacta, la transcripción del relato que del lance hace la Crónica de los Reyes de Castilla, del canciller Ayala dice así:

"El Rey de Granada, sintiéndose mucho desto que los cristianos avían fecho, envió su hueste, et fué a correr tierra de cristianos. Et llego a un logar que dicen Siles, que es de la Orden de Santiago en el Obispado de Jaén, et cercólo et mandólo combatir. Et dábanle muy grand priesa, ca train los moros muchas gentes de pie et muchos ballesteros. Et Don Alfonso Méndez, Maestre de la Orden de Santiago, que era en Ubeda, desque sopo que el Rey de Granada tenía cercado el su logar de Siles, envió cartas a algunas de las villas del Obispado de Jaén que veniesen a él; et de las compañas que tenía consigo ayuntó fasta mill homes de caballo et dos mill homes de a pie. Et selio de allí, et fué socorro de aquel logar de Siles, que le tenía cercado el Rey de Granada. Et quuando y llegó, tenían los Moros el logar en tamaña afincamiento"que en aquel día lo coydaban tomar. Et desque sopieron que el Maestre les venía a socorre, dexaron de combatir; et los caballeros sobieron en los caballos, et salieron todos al campo. Aśi que podían los Moros ser fasta mil e quinientos caballeros, et eran grande campaña de gentes a pie que pasaban de seis mill."


"Et el Maestre Don Alfonso Méndez des que sopo et vió que los Moros las haces puestas, fabló muy bien con todos los suyos, diciéndoles que ellos venían a acorrer aquel logar de su Rey et su señor,et de la Orden, et otrosí a los cristianos que en él estaban et que non podían darles acorremiento menos de pelear con el poder del Rey de Granada; et que pues allí eran llegados que harían gran mengua de caballería, si por non pelear dexasen perder aquel logar et los cristianos que estaban dentro; et que él quería pelear con aquel poder de los moros, et que les rogaba a todos que ficiesen y lo que debían facer buenos caballeros, et lo que él era cierto que farían por servicio de Dios et del Rey su Señor, et de su honra dél, prometiendo a los suyos mucho bien fecho, a los otros ayuda en la merced del Rey. Et algunos que venían con el Maestre, veyendo que los Moros eran muchos más que ellos, dixeron al Maestre que tuviesen por bien excusar la pelea, ca non le era menguado dexar de pelear con poder de un Rey que tenía muchas gentes más que él. Et el Maestre, non-ge le estrañó, mas dándoles a entender que ge lodecían con buena intención, díxoles que los otros Maestres que fueron antes que él tovieron por derecho de pelear con el poder de los Reyes de Granada, el que el su linaje del non era menor que ninguno de los otros Maestres que fueron; et él por el supuesto que non quería menguar ninguna cosa de lo que ficieran los de aquel linaje de Guzmán, donde él venía. Et otrosí, que les rogaba que non tardasen de ir a la pelea; ca grand fiuza había en Dios, que los ayudaría; et non quiso oír más razones; et mandó luego mover su dendón, et todos fueron juntados de consuno a ferir en los moros. Et desde que llegaron a ellos, feriéronles muy bravamente, así como homes que iban a pelear sobre lo suyo; et los Moros estidieron bien firmes en la pelea, et ovo y muchos golpes de la una parte et de la otra; et duró muy grand parte del dia. Et como los Moros eran muchos et los cristianos eran no tantos estidieron en punto de ser vencidos; pero Dios quiso ayudar a los cristianos, et los Moros fueron vencidos; et morieron muchos de los de caballo et muy gran partida de las gentes de a pie; et duróles el alcance fasta dos leguas. Et el Maestre Don Alfonso Méndez tornó et cogió todo el real que tenían los Moros; et de las tiendas, et de los caballos, et de las otras cosas que y fueron tomadas, fizo un grand parte a los a los que fueron allí con él; et la vianda que y falló púsola toda en el logar de Siles; et fizo adobar et repara los portillos que los Moros habían fecho. Et partió dende, et fue a la tierra de su Orden a endereszar las cosas que había menester para venir a la guerra de los al verano adelante".


Partió el esforzado Maestre después de esta insigne hazaña para aprestarse a seguir combatiendo a los moros en el verano siguiente, como reza la crónica, y en esa empresa halló la muerte sobre Algeciras, en el año 1342, de lo que que puede colegir que la batalla de Siles de debió librarse en el transcurso del estío del 1341.

En el año 913, primero el reinado de Abderramán III, este gran rey emprendió la pacificación de la parte oriental de Andalucía, en rebelión desde hacia algunos años. El relato de esta campaña se encuentra en el Bayan Almoquid, crónica árabe que abarca los siglos VIII IX y X, y en ella se hace referencia al asedio de dos castillos fortísimo, que, según la "Historia de los mozárabes de España", de don Francisco Javier Simonet, eran, uno el de Santisteban del Puerto y el otro el de Peña Horadada, lugar del termino de Siles, citado por Don Alfonso XI en su libro de Montería.

Nuevamente oiremos resonar el nombre de Siles en el reinado de D. Juan II, esta vez rindiéndose en el año 1446 al Mariscal don Diego Fernández, señor de Baeza, enviado por el Monarca a reducir a Rodrigo Manrique, Comendador de Segura, que se había proclamado así mismo Maestre de Santiago, pero a diferencia de las villas de Alhambra y Yeste, que se entregaron "por trato, dice la Crónica, a las fuerzas reales, Siles, siempre leal, noble y esforzada, incapaz de felonía, hubo de ser tomada por la fuerza de las armas. No es maravilla , pues, que con tal progenie los nietos de aquellos caballeros sean los hidalgos y actuales vecinos, que por su cordialidad y afable trato han hecho de Siles el pueblo serrano mas grato al visitante. En él vivió y murió el famoso Maestre.

Hijos ilustres fueron el doctor don Francisco Abrego, obispo de Panamá; Aparicio de Segura, esforzado capitán, que por su valor y arrojo en la conquista de Granada y mereció grandes marcedes de los Reyes Católicos, y Juan Simón llamado Cabeza Leal por su fidelidad a los perciados monarcas; fué cura de Siles y vicario de Jerez, siendo capellán de Fernando e Isabel, y por orden de éstos marchó a Jerusalén para hacer ofrenda al Monasterio de Monte Sión de veintiséis mil ducados que, mediante cédulas de cambio de los reyes, cobró en Rodas y que eran la equivalencia del "peso de la cabeza de oro que prometieron los Reyes Católicos cuando estando S. M. en Barcelona el alevoso Cañamares dió al rey una cuchillada en el pescuezo". Don Juan de la Cruz Martínez también fue natural de Siles, como es sabido.

El destino del Concejo de Siles no hubiera sido el mismo si no se hubiera dado la Batalla de la Loma (10 de junio de 1339) pues hubiese alcanzado su "mayoría de edad" quizás mucho más tarde y por tanto los hechos que acontecieron en Siles después no hubieran ocurrido o, en el mejor de los casos, hubieran ocurrido de manera muy diferente.

La mayoría de edad de los Concejos se alcanzaba cuando se adquiría la categoría de Villa y a ello tendían los vecinosde Siles tras la mencionada batalla de "La Loma" que se describe anteriormente en el relato que del lance hace la Crónica de los Reyes de Castilla del canciller Ayala.

Además de aquellos que se mencionan, otros ínclitos personajes dejaron su huella en Segur,lugar de tránsito a veces,a veces refugio, cuando no prisión de egregios perseguidos.

¡ Ay mío Cid Ruy Díaz de Vivar ! ¿Qué negra intriga, por segunda vez, te destierra de "Castiella la gentil"? El conde García Ordóñez, a quien afrentosamente prendió en Cordoba, y los cortesanos envidiosos de sus hazañas y mortificados por su generosidad, han concitado de nuevo las iras del Rey Alfonso contra el buen vasallo que no tiene buen señor. Por eso, el Campeador cabalgaba ahora por estas tierras segureñas, empinadas y escabrosas, sobre "Babieca el corredor, que en moros y cristianos otro tal non hay". Con él van también Minaya Alvar Fáñez, su brazo derecho; Martín Antolínez, el burgalés de pro, Pedro Bermúdez, el portaenseña, el fiel Nuño Gustioz, y la flor de aquellos valientes, que en las horas amargas de Cardeña ligaron su suerte a la del Campeador, porque "quien a buen señor sirve, buen galardón alcanza". Va la hueste hacia Levante, y viene de Ubeda, donde se han separado de la tropa del Rey, porque para defender a este en la algara contra los almorávides, buscó ser el primero en la lid; y García Ordóñezcon los otros enemigos del de Vivar, han persuadido a Alfonso de que el arrojo del Cid en defensa de su natural señor, fué tan sólo desacato, que debe atraer castigo severo y ejemplar, obligándole, para sustraerse a la cólera del monarca, a separarse del ejercito real, y se dirige con su hueste hacia Valencia:

Daban cebada de día y caminaban de noche; no por miedo a los moros, mas por los grandes calores.

A este itinerario del Cid, poco conocido y que no hemos encontrado en el Poema, alude Ballesteros Beretta en su Historia de España, en los párrafos siguientes:

"Llamado además reiteradamente por sus amigos de Castilla para tomar parte en una expedición que proyectaba Alfonso contra los almorávides, acudió el de Vivar, y fué nueva causa de disgusto con su soberano, pues habiendo adelantado su campamento para defender a la persona de su rey, éste lo interpretó como desacato. Las armas cristianas fueron poco afortunadas entre Jaén y Granada (mayo 1091); Alfonso inculpo al Cid y quiso hacerlo prisionero .Consigue Rodrigo huir, pero es tal el enojo del monarca que se propuso arrebatarle Valencia. El Cid de había separado en Ubeda de la hueste real y por la Sierra de Segura volvía a sus dominios de Levante.Su empeño entonces era preparar su defensa de un probable ataque de los almorávides.Para ello fortificaba el valle de la Albaida, en el lado de la sierra de Benicadell, denominada entonces por los mozárabes Peña Cadiella (junio 1091).Convencido de que era el único que podía oponerse a los africanos, debió de pronunciar a la sazón la frase que nos ha conservado Ibn Bassan: "Un Rodrigo perdió a España, pero otro la salvara".

La devoción a San Roque

Lo peor de aquel difícil siglo XIV para los habitantes de la Sierra de Alcaraz y de la Sierra de Segura que dependían de los intercambios de ganado por trigo con el Campo de Montiel pues en los años 1315, 1316, 1317 había estado lloviendo sin parar y por lo tanto no hubo cosechas ni para las personas ni para los ganados. La población de estas sierras llegó casi al exterminio físico por pura hambre.

Cuando aún no se habían repuesto los inmigrantes sileños supervivientes, de la hambruna de la primara mitad de dicho siglo XIV y precisamente debido a la debilidad, agotamiento y carentes de defensas, fue por lo que fueron presa de la más mortífera epidemia que jamás haya conocido la humanidad: la peste negra, que llegó a Siles el 1349 y fue tan devastadora que redujo a sus habitantes a menos de la mitad: veinte hogares (cien habitantes).

Hubo rebrotes de diversa intensidad en los años 1367 y 1374 e incluso se recrudecieron sus secuelas de aquella hambre endémica del siglo XVI, pues el año 1557 murieron por pura hambre más de tres cientos Sileños, de los que casi quinientos que entonces tenia dicha Villa.

Si por todo ello fuera poco, en el 1355 se desato una guerra por el Trono de Castilla entre su titular Pedro I y todos sus hermanos bastardos. Dicha querra se europizó dentro del contexto de la Guerra de los Treinta años; a los bastardos le apoyaba Francia y el Papa, pero a Pedro I le apoyaba el heredero del trono de Inglaterra:Duque de Lancaster (Principe Negro)y sobre todo el Rey de Granada (Muhammad V ) con el ingrediente de que las tropas granadinas tenían verdadero regusto por el saqueo e incendio posterior antes de retirarse cargados de botín.También tenía en contra, Pedro I, al Maestre de la Orden de Santiago que estaba refugiado en Córdoba y daba instrucciones de hostilidad a sus Comendadores; por todo ello, los habitantes de Siles reconstruyeron a finales del año 1367 las murallas de su Castro y la Torre semiderruida por la batalla del 1339 que seguía y sigue llamándose el cubo; reconstrucción hecha un año antes del saqueo que sufrió la ciudad de Jaén y el arrasamiento que padeció Úbeda.

Es en ese año de 1367 cuando, devido a las secuelas de esa guerra y de la Peste Negra, cuando instauraron la devoción a San Roque. Aquellos pobladores-colonos-soldados oriundos del Norte Peninsular y de las serranías de Cuenca que en el 1244 se habían instalado en la Ciudad de Alcaraz y después por todas sus tierras circundantes, incluída la Sierra de Segura. Estos primeros Sileños eran descendientes de aquellos otros colonizadores de la Cuenca conquistada en el 1177 que a su vez eran Vascos-Navarros y que habían transmitido intactas muchas de sus costumbres y tradiciones a sus descendientes que por aquel 1367 se consideraban ya castellanose embuídos con la endiosincrasia y cultura de Castilla pero con las connotaciones propias de sus habitantes semi-aislados del siglo XIII era la frontera castellana más meridional. Aquellos "vascos-navarros instauraron en Siles en el mismo año del 1367 la de devoción a San Roque que pasaba por ser el Santo más milagrero de entonces y sobretodo más popular debido a su fama reciente por su intervención eficaz en la mitigación de los efectos devastadores que la Peste Negra tuvo en la península Italiana; por todo ello y en muchos lugares de la geografía hispana fue elegido "vox pópuli" como Protertor contra las Pestes y las Epidemias. Aquellos nuevos inmigrantes confeccionaron el primer "Simpecado" con la imagen de San Roque bordada en tela damasquinada y en ese mismo año del 1367 le construyeron una ermita para su advocación en su emplazamiento actual y junta a esta ermita se construyó también un habitáculo.Dicho habitáculo aún se utiliza para dar cabida a una caldera que en su origen cabían quince arrobas de carne de las canales de dos vacas "bravas". Así, en el año 1367,se inició una tradición consistente en elegir dos vacas bravas de entra las que pacían en régimen de montera y perteneciente al Común del Concejo de Siles para ser conducidas en olor de multitud hasta el Pueblo de Siles para una vez allí ser toreadas por toda la muchachada antes de ser conducidas vivas a los pies de la imagen de San Roque y ser degolladas allí mismo como prueba de la fe de todos los Sileños para que éste protegiera contra las Pestes, Epidemias y enfermedades en general a todo un pueblo que como todos los de su alrededor era diezmado anualmente por los efectos retardados de aquella Peste Negra de triste recuerdo y que poriódicamente visitaba a los más hambrientos. Pero el ritual de aquella fiesta sangrienta no acababa con la muerte de aquellas dos vacas sino que después su carne era bendecida por un capellán antes de ser repartida a los indigentes del pueblo que eran más de la mitad.La intención era buena aunque insuficiente por hacia mediados del siglo XIX le fue añadida a la ración de carne su correspondiente porción de pan y juntas las dos cosas se le dio en llamar CARIDAD a aquella "ración de comida santa" que en sus orígenes era mitigar el hambre endémica de un pueblo como el de Siles que no tenía tierras dedicadas al cultivo agrícola salvo al de algunas hotalizas entre las que no se contaban ni los tomates, ni pimientos ni patatas. Los efectos milagrosos de la "intervención" de San Roque en favor de los habitantes de Siles, durante los más de 600 años de existencia de dicha tradición, han debido ser convincentes pes a pesar de que posteriormente surgieron dos ermitas más anti-peste: la de San Marcos y la de San Sebastián, junto a las más posteriores de San Blas, San Cristóbal y Santa Quiteria,; hoy solo queda y muy bien conservada la de San Roque.De las otras solo queda a lo sumo el recuerdo y nada más:Cortijo de Santobastián,Cueva de Santa Quiteria, Cortijo de San Blas y fiestas en honor de San Marcos. Aún queda un oratorio en el barrio del Carrascal que era el lugar de la ermita de San Cristobal y desde hace mucho tiempo se le llama el lugar del Sepulcro. En el pueblo de Siles la fama del milagrero de San Roque fue siempre en aumento durante los más de esos 600 años transcurridos asta el punto de que la devoción a San Roque a sobrevivido a todas las épocas y a todos los Regímenes y sistemas de gobierno. Descendientes de aquellas gentes de Cuenca que trajeron, mantuvieron y extendieron la devoción de San Roque son los Sileños apellidados: Aguilar, Angulo, Aquirre, Balderas, Carrasco, Castro, Galarzo, Galdón, Garrido, Gleldos, Gutiérrez, Heredia, Manzaneda, Mendoza, Navarro, Parada, Pascual, Peña, Rivas, Robles, Ruiz, Vasco, Vélez, Vizcaíno, Zorrilla y algunos más.


Encantador es el itinerareo a Río Madera por entre los mejores pinares de la Sierra, mirándose en las limpias aguas del río que acaba de nacer en los prados de la Mesta y que, flanqueando por poderosos montes, soñando en la luminosa tierra de Levante, corre presuroso a echarse en brazos del Segura. Y todo ello en medio de una naturaleza a la vez dulce y blanda, áspera brava y primitiva de aquí de estos gigantescos pinares que en solemne procesión bajan desde altas cimas hasta las mismas aguas del río, para ocultarlo tras el verde tapiz de sus sombras, se sacaría la madera de aquellas galeras, bergantines y fragatas, las mejor construidas ,las mejor equipadas y las mejor mandadas; naves aptas para la más recia batalla de cuantas formaban la armada que revistó don Juan de Austria en el puerto de Messina antes de partir para la batalla de Lepanto; y de aquí fueron las maderas que, navegando por el Guádalquivir llegaron a Sevilla, hacia el año 1732,para la edificación de la Fábrica de Tabacos;maderas el tal cantidad y calidad excelentes, que con le venta de las sobrantes se obtuvo el dinero suficiente para amortizar los gastos de la construcción de tan grandioso edificio. De estos montes se cortarían también aquellas con que se construyeron las naves en que los españoles se lanzaron a la aventura de descubrir,evangelizar y civilizar el Nuevo Mundo, las que en Trafalgar hallaron glorioso fin y las que en El Callao no vacilaron en sucumbir para que el honor no naufragara. Desde el Rió Madera, no sin detenerse en las Acebeas, idílico en las colinas y montañas, revestidas de la verdura de los pinares más densos, más poblados quizá que ningún otro paraje, producen la impresión de hallarse uno encerrado en un inmenso recinto de de follaje, el viajero deberá dirigirse a Siles por la Cumbre, que es linea divisoria entre las aguas del Mediterráneo y del Atlántico, puesto que a la derecha de ella nace el Segura, y en el lado opuesto, o sea el oeste, el Guadalimar y varios afluentes del Guadalquivir. Siles tiene todos los atractivos de un pueblo de montaña; se encuentra situado en el punto donde la sierra de Segura se une con la de Alcaraz, en una zona agreste y áspera, densamente cubierta de arbolado,en las que tiene sus fuentes el Guadalimar, y el río Mundo, apenas nacido, se despeña por un impresionante anfiteatro de riscos y peñascos, y como además es un pueblo afable, hospitalario y culto, que puede acoger al forastero con la confortable instalación de su Club Turista, si estos desaliñados renglones no se desviaran del propósito que los inspira, recomendaríamos al viajero que estableciera sus reales en este lugar,para visitar Segura y su sierra.


Segura nido de águilas, ve iniciarse su decadencia al ir desmembrándose arrabales y aldeas: Hornillo (Santiago), La Puerta, Orcera........ Al emanciparse las nuevas villas surgidas en el valle,entraban a saco en su derecho y ella respondía violentamente.Debates, diferencias y pleitos.En el año 1855 sólo el partido de Segura, después de las tremendas depredaciones de las luchas civiles y de las despiadadas cortas de la Administración de Marina, contaba ochenta y un con ciento dos millones de árboles, y entre ellos el pino salgareño, de limpia y blanca madera, la más aprppiada para la construcción; el negral, recto y corpulento; el doncel, de tan frondosa y negra copa; el carrasco que hace buena brasa y el mejor para la destilación de colofonia y breas; el ródeno, de madera blanca, blanda, aguanosa y suave, flexible y elástica, muy estimada para la fabricación de toneles y aros de cedazos; el fresno, con el que se construyen aperos de labranza; el álamo negro, que tanto estiman los aladreros; el chopo de tan diversas utilidades; el acebo, de madera tan apreciada por la variedad de sus vetas; el madroño, de sabrosos frutos; el enebro, de madera dura y olorosa. Allí crece también el lino silvestre, el lúpulo, la mejorana y el espliego o alhucema, tan olorosos; la zarza parrilla y la ruda, la adormidera y otras mil especies de árboles, arbustos, plantas y hierbas que pueblan los altos montes y amenos valles de Segura, que hacen de aquellas serranías, según la encendida expresión de don Juan de la Cruz, un lugar tan extraordinario "que la encantadora Suiza no presentará paisajes más vellos que en que los que en la primavera ofrece este país de la imaginación y del entusiasmo; ni los países del Norte ofrecerán espectáculos más tristes vagos y imponentes que los que nos presentan las montañas escarpadas de la sierra en el aterido diciembre". Pero esta riqueza de sus bosques, esta magnificencia de su suelo, no tardarían en atraer la atención extraña, y Segura fué constituída en provincia marítima, y sus montes ocupados por la Secretaría del Ministerio de Marina en el año 1748. Desde entonces las maderas de estos bosques, flotando sobre el Guadalquivir y el Segura, abastecieron los departamentos de Cádiz y Cartagena. Quince años antes, y por iniciativa del Intendente de Sevilla, animado por el resultado obtenido en la corta y navegación de maderas para la construcción de la Fabrica de Tabacos, un Real Negociado dependiente del Ministerio de Hacienda, había mandado unos comisionados a estos montes para organizar en su propio y exclusivo provecho el tráfico de madera, estableciendo con este objeto factorías en Andújar,Córdoba y Sevilla. La funesta actuación de ambos organismos,rivales entre sí y en permanente contienda con los pueblos,sobre el pago de las maderas que cortaban; los terribles abusos y excesos administrativos, la arbitrariedad y el despotismo que caracterizaron la actuación del juzgado privativo de Marina, atropellando legítimos derechos de unos, arruinando a otros y exasperando a todos. En este estado de rencor, al proclamarse la Constitución del 12, el año 1836, y cesar y cesar la jurisdicción de Marina, los Ayuntamientos, los particulares, todos , creyeron que era llegada la hora de destruir los montes, en los que sólo vieron la causa de sus angustias y desdichas, y cometieron todo género de talas, depredaciones, incendios y otros estragos, los que, sumados a los perpetrados anteriormente lor los delegados de Marina, cercenaron y perjudicaron al patrimonio forestal en tales términos, " que si el Gobierno no acude pronto con el remedio- advertía alarmado D. Juan de la Cruz -, los importantes bosques de Segura desaparecerán para siempre". La Orden de Santiago y los Monarcas habían concedido desde antiguo a Segura toda suerte de privilegios, exenciones y franquicias, y esto, unido a la feracidad y riqueza del suelo, habían traído hacia esta comarca gentes de todos los confines del reino, que en la explotación de bosques,principalmente, encontraron lucrativa ocupación surgiendo un próspero comercio de maderas, a cuyo amparo vivían numerosa familias de almacenistas, hacheros, aserradores,pineros y otros menestrales y traficantes. Con todo ello aumentó la riqueza de estos pueblos, forjáronse fortunas,se aumentó la población y a buen suguro que a este bienestar no se habría cometidoel disparate agrario que supone haber talado para roturar inmensas extensiones forestales inadecuadas en absoluto para el cultivo racional y económi, si la desdichada actuación de los aludidos organismos no hubiera desarticulado aquella riqueza y aquel modo de vivir, arrancando a las villas y a los particulares, por la ley de la arbitrariedad y la violencia, lo que por posesión inmemorial disfrutaban quieta y pacifícamente y constituía la base de existencia. Simultáneamente fueron emancipándose uno a uno los pueblos que pertenecían a su jurisdicción y el auge y el crecimiento de estos lugares llevó con singo la pérdida de montes y rentas.Abandonaron el nido de águilas los señores, y en el valle,más feraz y más rico que nunca al multiplicarse los olivos,se afincaron menestrales y labrantines. Segura es un castillo roquero,levantado para los trabojos y penalidades de la guerra, y acabada la Reconquista, la civilización empieza a hacerse llana, los muros de su fortaleza a desintegrarse y las viejas y nobles piedras van carcomiéndose y pulverizándose.Para que nada se sustraiga al aniquilamiento, en 1810 toda la vieja savia de una ciudad cuyo fin era la guerra, florece ante la imbasión napoleónica, y tras una valerosa y heroicamente insensata resistencia, los invasoses entran a sangre y fuego y convierten la histórica villa en un inmenso brasero. A mediados del pasado siglo sabemos de Segura, entre otras cosas, que además de cabeza de partido de su nombre,es vicaría eclesiástica de la Orden de Santiago, con jurisdicción vere nullius en todo el territorio de su distrito y apelación ante el Tribunal especial de las Ordenes Militares; que su clima y las enfermedades más comunes, anginas, catarros y pleuresías; que tiene sobre doscientas casas pequeñas y mal construidas, distribuídas, en calles incomodas por efecto de su posición, y que hay una magnífica fuente, edificada en 1514. Nos enteramos también que la iglesia parroquial fué edificada en 1815 por el Serenísimo señor Infante D. Francisco de Paula Antonio, a quien pertenecía la encomienda de la villa, y dedicada a María Santísima del Collado, dependiendo de ella los dos anejos de Pontones y Beas de Segura, los cuales tienen la pila bautismal, cuya parroquia hallándose servida por el vicario y un teniente de dos eclesiásticos, más un sacristán organista y otro menor; que sólo hay una tienda de escasos comestibles y que sus vecinos se dedican a la agricultura, ganadería y a la extracción de madera, sin embargo de lo cual hay una población y cortijadas de veinte a treinta telares de lana y lienzos de lino y cáñamo, tres molinos harineros un batán y una almazara, y tenemos noticias, por último, "que aunque su extensión es hoy reducida, fué muy dilatada en otros tiempos ", en que eran sus aldeas casi todos los pueblos que hoy forman su partido; pero a medida que aquéllos fueron erigiéndose en villa fue adquiriendo cada uno su término y jurisdicción separada, aminorando de este modo el de Segura " cuya principal riqueza la constituyen sus montes, poblados de pinos y otras maderas destinadas a la construcción civil y náutica, juntamente con la ganadería, abundando también en su áspero, quebrado y montuoso terreno, caza menor y muchos lobos, zorros, jabalíes, venados y corzos y pesca de peces delicados y de exquisitas truchas".

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