Ermita del Cristo del Llano (Baños de la Encina)

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Introducción

Situada en las afueras de Baños de la Encina en una zona elevada, se encuentra la Ermita del Cristo del Llano que constituye, junto al castillo y la Iglesia de San Mateo, un tercer hito de especial monumentalidad en la localidad.

Aunque la construcción que se conserva debe remontarse al tránsito de los siglos XVI al XVII, lo más importante del inmueble lo aportan las reformas del siglo XVIII, que le incorporaron la decoración pictórica de sus bóvedas y la ampliación por la zona de la cabecera, donde se construyó un cuerpo que alberga el camarín de la venerada imagen titular. Es éste un espacio sorprendente en el que la abigarrada decoración, a base de yeserías pintadas, esculturas o espejos, lo convierte en destacado ejemplo del más exaltado barroco andaluz.

Descripción

Camarín (1:48)

En una amplia explanada, rodeada por una lonja con empedrado antiguo y delimitada por un murete de piedra, se erige la Ermita del Cristo del Llano, que ofrece completa visión externa de tres de sus fachadas, quedando la correspondiente a la trasera del camarín adosada a construcciones modernas.

Se trata de un edificio construido en piedra de coloración rojiza de corte y asiento regular, con una nave con coro alto a los pies al que se accede a través de una escalera inserta en un volumen adosado en el lado oeste; crucero y presbiterio elevado sobre gradas, tras el cual se dispone el camarín. La sacristía y las escaleras que conducen al camarín se alojan en espacios adosados en el lado este de la cabecera.

La portada principal- hacia el Sur- presenta un cuerpo rectangular coronado por otro triangular que hace de frontón. Ésta cara presenta tres vanos marcando así el eje de la simetría. El inferior es el que hace de acceso principal con una decoración muy sobria; espacio con arco de medio punto con jambas y dovelas lisas, resaltando las líneas de impostas y la ménsula de la clave del arco; en las dos enjuntas aparecen en unos espacio circulares los anagramas de JHS y AVm, quedando enmarcado por unas pilastras sobre pedestal cuyos capiteles sostiene un entablamento en el que destacan un ancho friso y una saliente cornisa, sobre la que descansan unos pináculos laterales. En los extremos del friso se lee la fecha del año de 1682. Por encima una hornacina coronada por un similar entablamento del que penden dos pilastrillas a modo de ancones. Remata todo el edificio una espadaña, de construcción posterior ( XVIII) de tres vanos entre pilastras cajeadas, pináculos, aletas y un frontón

Por los lados externos del edificio aparecen los contrafuertes originales alternando con los volúmenes de posterior construcción. en la cabecera se encuentra el cuerpo prismático que supera en altura al resto del edificio y que se corresponde con el del camarón interior, con pilastras cajeadas en las esquinas que se quedan pinjantes antes de llegar el suelo, una cornisa une sus capiteles dejando un friso corrido antes de llegar al alero del tejado, espacio que se aprovecha para poner cuatro óculos en cada cara. Aquí, en el lado norte se lee la fecha de 1744. En el tejado y coincidiendo con el eje de las pilastras sobresalen unos pináculos bulbosos. En su cara oeste debajo de las ventanas circulares moldeadas hay una ventana ciega sobre cornisa y moldura de orejones viéndose en el centro del dintel un escudo muy orlado con la inscripción de Ave María.


La fachada principal, orientada hacia el sur, se caracteriza por su sobriedad, imprimiéndole la espadaña que sobresale en el centro sensación de verticalidad. La portada, que ostenta la fecha de 1682, se compone por un arco de medio punto, con impostas y clave resaltada, flanqueado por pilastras toscanas sobre pedestales sobre el que se sitúa una hornacina adintelada y avenerada enmarcada por pilastras que quedan colgadas. El remate de la fachada se hace mediante frontón triangular que aloja un óculo inscrito en un marco cuadrangular.

La espadaña es de dos cuerpos, el inferior de dos vanos con aletones laterales y el superior de un sólo hueco de campanas rematado por frontón. En los alzados laterales del edificio se van viendo sobresalir contrafuertes además de los cuerpos adosados antes citados. En el lado este hay una portada secundaria de medio punto sobre jambas toscanas y rosetas en las enjutas, que ostenta en el friso una inscripción que la fecha en el siglo XVII.

El volumen correspondiente al camarín se manifiesta al exterior como una potente torre prismática. En uno de sus muros aparece la fecha de 1744 y en otro una ventana ciega con escudo con la inscripción «Ave María». Pilastras cajeadas con pinjantes, óculos abocinados y molduras modelan los paramentos exteriores. Sobre la cubierta emergen esbeltos pináculos bulbosos.

En el interior, la nave se cubre por bóveda de medio cañón dividida por robustos arcos fajones. Toda esa bóveda está decorada por pinturas al temple que simulan molduras, ovas, mármoles, grandes conchas y elementos vegetales. En el plemento central se representa un rompimiento de gloria con una serie de ángeles músicos; en los siguientes tramos de la bóveda se disponen lienzos de formato rectangular con escenas de la vida de la Virgen (Anunciación, Visita a Santa Isabel, Adoración de los pastores y Huída a Egipto). La bóveda bajo el coro también ofrece pinturas: un anagrama de Jesús del Llano bajo dosel y rodeado de ángeles, querubines, volutas carnosas, palmetas y floreros entre imitación de mármoles; un escudo con castillo; y una cartela circular con el rostro de un anciano con los atributos representativos del Tiempo. En los laterales aparecen figuras alegóricas de un alma penitente y otra en gracia con estrofas alusivas a ello.

La media naranja del presbiterio también se recubre de pinturas murales. Las escenas de la vida y pasión de Cristo se distribuyen dentro de la trama que constituyen la fingida balaustrada que recorre el anillo de la que parte ocho radios en forma de estípites confluyendo en la clave, la cual se orna con macolla profusamente decorada. Las pechinas las ocupan pinturas de los cuatro evangelistas. En los lunetos correspondientes a esta zona aparecen pinturas al óleo con la representación de los Doctores de la Iglesia.

En el lado del Evangelio existe un púlpito de hierro forjado sobre pedestal de mármol negro. A ambos lados de la escalinata de subida al presbiterio se pueden ver sendos escudos realizados en piedra policromada.

El testero del presbiterio lo ocupa un retablo que conserva en el ático tres lienzos originales con los temas de la Santísima Trinidad, San Francisco y Santa Teresa. A través de él se vislumbra el camarín del Cristo del Llano situado a un nivel superior.

Camarín

Camarín

La subida al camarín se efectúa, traspasada la sacristía, por una escalera en la que la cúpula existente sobre el rellano, sendos cuartos de esfera que coronan las puertas que dan acceso a la sacristía y al camarín y el pilar central sobre el que reposan las bóvedas, están decorados con ricas yeserías polícromas. Dos puertas, situadas en el tránsito de la sacristía a la escalera de subida al camarín y la de entrada a éste, destacan por la calidad de su carpintería, con trabajo de lacería e incrustaciones de nácar.

En el interior del camarín la ornamentación inunda, literalmente, el espacio. Partiendo de un zócalo quebrado, se elevan complejos estípites corintios que estructuran los ejes del primer cuerpo. Una cornisa muy quebrada supone el arranque de un nuevo cuerpo de estípites que alojan hornacinas. Óculos abocinados recogen los yesos trenzados en formas vegetales y mascarones grotescos. La cubrición es una impresionante bóveda polilobulada sobre trompas en la que estípites, hornacinas y pedestales de yesos dorados y policromados componen el escenario donde campean cientos de figuras alegóricas, santos, ángeles músicos y putti, junto a elementos del reino natural entre los que pueden verse aves exóticas, frutas y vegetales. Los espejos incrustados, evocadores de piedras preciosas, intensifican con sus reflejos los efectos ópticos.

El camarín constituye una obra capital, no solo para la villa de Baños de la Encina sino para la provincia jiennense. Se accede a él por la sacristía, mediante una escalera en cuyo segundo rellano destaca ya la suntuosidad de su cubierta formada por una media naranja sobre pechinas, de anillo mixtilíneo e intradós gallonado por estípites radiales y salpicado de volutas biseladas, elementos decorativos que se repiten por encima de la puerta, conjunto decorativo, en definitiva que preludia el interior. Ya en él encontramos un camarín espacioso, de planta cuadrada, cuyos lados presentan entrantes y salientes correspondiéndose a la estructura de alzado que parte de un zócalo, elevándose sobre dos complicados estípites con capiteles corintios por cada cara, marcado así los ejes del primer cuerpo, organizando espacialmente los restantes, que acaba en una inverosímil cornisa llevando su horizontalidad a distinta altura; el espacio, que se repite para todo el lugar, queda lleno profusamente de hornacinas, doseles, placas, brotes de hojas carnosas, pájaros exóticos, angelotes, visibles volutas..., todo magníficamente conjuntado y diferenciado por franjas de espejos. El espacio inferior queda ocupado iconográficamente por San Juan, san Marcos, San Mateo y San Lucas en las esquinas más una Virgen y una Inmaculada; algo más elevado pequeñas esculturas de fundadores de órdenes religiosas y figuras alegóricas. El espacio que queda entre lo más bajo de la cornisa y la línea de arranque de la cúpula está ocupado por dos hornacinas superpuestas, habiendo solo una en el lado que da al templo, bien definidas, las primeras sobre ampulosos y pinjantes pedestales, destacándose a San Simón, y en la superiores a Pedro, Andŕes, Pablo, y Santiago, En torno a esta hornacina superior aparecen los óculos abocinados con voluminosos adornos vegetales y unos sobrepisos mascarones cuyos largos bigotes se mezclan con la decoración.

Todo este espacio queda cubierto por una cúpula de anillo polilobulado, cuyo intradós está marcado radicalmente por estípites figurando en su base bustos como los de la Santísima Trinidad, San José, Santa Teresa Doctora..., volutas, molduras, adornos, espacio denso y polícromo que recuerda al mocárabe nazarí. En las pechinas se colocan espejos. El grosor del vano que da visión a la nave del templo está decorado por un entretejido de tallos y hojas salpicados de juguetones putti y espejos geométricos. Es muy interesante la puerta de madera de nogal que cierra el camarín, también del XVIII, moldeada ricamente en casetones poligonales que recuerdan a la lacería mudéjar.

Camarín

El camarín guarda el culto del Cristo del Llano que aparece muerto en la cruz sobre un pedestal de jaspe. Su devoción se origina en la Baja Edad Media al aparecer en circunstancias milagrosas o extrañas, culto revivido aparatosamente en el XVII. El camarín y su función -nacido con el Barroco- están relacionados con el culto a las imágenes, proliferando más en torno a la Virgen, quedando en segundo lugar los dedicados a Cristo, tal es el caso que aquí nos ocupa. El espacio sacro del camarín atiende a unas exigencias religiosas del fervor popular que tiene la necesidad de ver a la divinidad, al santo o a la reliquia, en un recinto adecuado e íntimo, acondicionado para ello; espacio transcendental, casi inaccesible al que se llega por una escalera no delimitada claramente. Todo el aparato ornamental, la luz, el ambiente, la imagen, hacen entrar en éxtasis al devoto en la oración en un ambiente sobrenatural y sobrecogedor; ambiente sacro dentro del templo pero a la vez perfectamente delimitado.

Sobre la autoría de la obra nada se sabe con certeza, aunque se puede intuir, al ser realizado en la segunda mitad media del siglo XVIII y de clara influencia de la arquitectura del rococó del Sur de Córdoba, que a través de Bujalance llega a la zona jiennense de Andújar, Zocueca y Baños. Están documentadas las estancias en la ciudad iliturgitana de Tomás Jerónimo Pedrajas, escultor y arquitecto nacido en 1676 en Granada. Según la opinión de René Taylor el camarín de Baños tiene más de Priego que de Lucena y bien puede estar bajo la traza de Francisco Javier Pedrajas (1736- 1881) o de su seguidor Remigio del Mármol. En definitiva, el foco de Priego-Lucena encierra una amplia nómina de artistas del XVIII y cualquiera de ellos puede ser el autor de la obra de Baños de la Encina.

En cuanto a su estilo, el uso de algunos elementos arquitectónicos-decorativos, como el estípite, y otros propiamente decorativos en tamaño y disposición, nos hace pensar ya en el estilo Rococó que alcanzó fuerza y personalidad en la región andaluza.

Los soportes lo constituyen pilares adosados al muro, muy regulares en cuya línea de imposta, que recorre toda la iglesia, se asienta la cubierta de bóveda de cañón con lunetos; coincidiendo con los pilares resaltan los arcos fajones. En el presbiterio bóveda semiesférica sobre pechinas. llama la atención de toda la cubierta la decoración pictórica con motivos muy variados y profusamente plasmados en cenefas y franjas que llenan todo el intradós, destacándose la estructura arquitectónica de balaustrada y estípites de la cúpula.. Toda esta decoración se encuentra en mal estado. En la clave de la bóveda, como originalidad, hay adosados cuatro lienzos rectangulares de distintas escenas religiosas como la Anunciación, la Visitación, la Natividad y la Huida a Egipto, de buena factura compositiva y de justo valor, ignorándose su autoría, les son atribuidas a un maestro granadino, pintor del siglo XVII. Pinturas que se completan con las del retablo del altar, presidido por el vano que da acceso al camarín. Sobre el banco se levantan dos calles laterales figurando en la derecha la Última Comunión de San José de Calasanz (copia de Goya) y San Pedro. Pinturas estas del jiennense Cerezo Moreno, repuestas tras la pérdida de las originales en 1936. En el tímpano- que no se perdieron- la Santísima Trinidad en el centro, San Francisco y Santa Teresa en la Transverberación, a los lados, obras de autor desconocido.

En el frontal del escalón que eleva el presbiterio se encuentran los escudos de los bienhechores de la ermita, a la izquierda el de los Delgado de Castilla, y a la derecha el de los Zambrana Dávalos. Por último reseñar que el templo guarda una Dolorosa de buena factura del siglo XVIII, con rasgos granadino, al igual que el púlpito con interesante forja en su balaustrada.

Localización

Plaza de la Ermita


Referencia

  • Resolución de 16 de octubre de 2007, de la Dirección General de Bienes Culturales, por la que se incoa el procedimiento para la declaración como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, de la Ermita del Cristo del Llano de Baños de la Encina (Jaén), publicado en BOJA nº219 de 7 de noviembre de 2007.
  • Decreto 76/2009, de 31 de marzo, por el que se inscribe en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, la Ermita del Cristo del Llano, en Baños de la Encina (Jaén).

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