Historia de Villanueva del Arzobispo

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Puerta de la Sierra de las Villas

Durante largas décadas permaneció a la sombra de Iznatoraf. Pero con el paso del tiempo cobró tanta importancia monumental como la localidad vecina. Villanueva. Está rodeada de extensos campos de olivares, a los pies del parque natural más extenso de España, como puerta de entrada a la fascinante Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

La Villa Nueva

Tras la conquista cristiana, Fernando III integró la población en el distrito de Iznatoraf. El Fuero de Cuenca, que la Corona concede a Iznatoraf, beneficia también a la pequeña aldea de La Moraleja, germen de la localidad actual. Iznatoraf y sus núcleos urbanos pasarían con el tiempo a formar parte del Adelantamiento de Cazorla. Por los privilegios que el arzobispo de Toledo concede a los habitantes que se asientan en núcleos rurales del Adelantamiento, La Moraleja supera a principios del siglo XV los mil seiscientos habitantes. En 1936 esta aldea deja de pertenecer a Iznatoraf, después de que el arzobispo de Toledo, don Pedro Tenorio la separara de su jurisdicción. Ese mismo año el rey Enrique II aprueba la separación y denomina al pueblo con el nombre de Villanueva del Arzobispo. A partir de ese momento Villacarrillo y Villanueva del Arzobispo incrementan su población en detrimento de Iznatoraf, hecho que se prolongará a lo largo del siglo XVI, entre tanto los tres municipios litigan por sus respectivos términos municipales. Los siglos siguientes estarían determinados por un fuerte descenso demográfico y por la severa dependencia del municipio con la economía agraria. Durante la guerra de la Independencia los franceses destruyen el monasterio de los Basilios.

Alma de la Sierra

Villanueva reúne su barrio viejo en torno al convento de Iglesia de Santa Ana y a la Iglesia de San Andrés, donde en la Edad Media se alzaba la desaparecida fortaleza y siglos después los principales edificios renacentistas y barrocos del municipio. La plaza Mayor constituyó a partir del siglo XIX el punto de referencia de la nueva ciudad interesada en la arquitectura historicista y ecléctica.


Del castillo que Villanueva tuvo durante la Edad Media sólo queda el recuerdo histórico y diseminadas partes de su primitiva fábrica repartidas por monumentos como la iglesia de San Andrés, situada en el corazón de la ciudad vieja.

El templo mayor de la localidad fue reedificado en el siglo XVII sobre una iglesia anterior, asentada en la desaparecida fortaleza. A mitad de camino entre la arquitectura militar y la arquitectura religiosa, la iglesia de San Andrés fue erigida con una notable silelría entorno a una planta de cruz flanqueada por capillas hornacinas. El crucero está cubierto por una bóveda de media naranja sobre pechinas, adornadas con las imágenes de los cuatro evangelistas.

En esta iglesia, en una de sus capillas más importantes, destaca el conjunto escultórico del Calvario, tallado por el imaginero Sánchez Mesa. Próximo a San Andrés se allá el convento de Santa Ana, fundado en 1540 por fray Domingo de Baltanás. Estructurado alrededor de un patio claustral de aliento renacentista, el convento posee un refectorio en cuyas paredes se conservan aún las pinturas murales realizadas tan sólo cuatro décadas después de su fundación, así como el escudo de la orden de Santo Domingo. La fachada principal, construida en 1651, presenta una doble arcada de entrada. Por dentro, la iglesia conventual se esparce por una planta dividida en cuatro tramos. El altar mayor esta cubierto por una cúpula de media naranja sostenida por pechinas y un retablo de estilo barroco.

Otra de las iglesias importantes de Villanueva es la consagrada a la Iglesia de la Vera Cruz. Fue construida a principios del siglo XVII y está esparcida por una sola nave en dos tramos con capillas a cada lado. El altar mayor está presidido por una extraordinaria talla de un crucificado, obra del escultor Mariano Benlliure, que demostró en este encargo un extraordinario conocimiento de la anatomía humana y un respeto ejemplar por la escultura humanista. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX en Villanueva florece una notable arquitectura ecléctica que se erige en las principales calles y avenidas de la ciudad por encargo de una acaudalada oligarquía agraria. Algunos de los mejores ejemplos se localizan en la calle de la Iglesia o en Ramón Millán.

Asimismo, destacan los edificios erigidos en las céntricas calles de Canovas, Valencia, Nogueruela o Antonio Machado, donde se halla el casino antiguo. La casa de los Arcos, de inspiración neoárabe, es una de las mejores muestras de aquella arquitectura. También de finales del siglo XIX, son las casas consistoriales, organizadas en tres plantas separadas por cornisas. La plaza Mayor, salón mayor de la ciudad, está presidido por un quiosco de música de delicioso regusto burgués con casas de estilo modernista a su alrededor.


Más información, web oficial ayuntamiento de Villanueva del Arzobispo

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