Parroquia de la Inmaculada (Huelma)

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Historia

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La iglesia parroquial de Huelma es uno de los más artísticos, hermosos y mejores templos de la diócesis de Jaén.

La villa de Huelma fue tomada a los moros en 20 de abril de 1438 por don Íñigo López de Mendoza, Señor de Hita y Buitrago, Adelantado de la frontera, primer marqués de Santillana y excelente poeta, autor de los célebres canciones serranicas.

Huelma pasó a la jurisdicción de Baeza, a cuya ciudad había hecho merced Fernando III . Concesión que confirmó don Juan II cuando el de Antillana la entró por fuerza de armas, siendo obispo de Jaén don Gonzalo de Zuñiga, que ya había intentado escalar sus muros en 1435.

A raíz de la conquista se hizo una iglesia parroquial, tan modesta, insuficiente y de baja calidad, que al cabo de un siglo fue preciso iniciar la estructura de un nuevo templo parroquial, cuyo proyecto estaba ideado dentro de la línea gótica decadente, que era la propia de aquellos tiempos. De ahí los arcos apuntados y las bóvedas de crucería de la nave transversal que procede al presbilerio, y que subsisten.

Pero al igual que la catedral de Jaén empezada en gótico, la corriente renacentista, dio un giro nuevo al proyecto de la iglesia de Huelma, y es entonces cuando apareció en escena el célebre maestro de cantería Andrés de Vandelvira e imprimió una transformación y ampliación al primer proyecto, de acuerdo ya con la corriente renacentista, influida por el barroquismo incipiente, acoplándolo perfectamente a la parte ojival ya construida.

En cuanto a los dos maestros de cantería que dirigían personalmente las obras, solo sabemos que Francisco del Castillo en unión de Pedro Guerra, maestros canteros ambos de Jaén, reconocieron la vieja catedral en tiempos del cardenal merino, antes de que Vandelvira se asentase en sus obras el año de 1540. Francisco del Castillo fué el maestro de las obras desde su comienzo.

El exterior de la iglesia de Huelma es noble y su estilo sobrio y renacentista. Tiene dos portadas, una al norte y otra al sur, en las fachadas laterales. La torre quedó sin terminar, habiéndose construido un cuerpo vulgar y pobre para campanario, por lo que resulta desproporcionada y estropea el conjunto. Artísticos ventanales, armas de obispos y de los señores de la villa, decoran las fachadas y la torre.

El interior del templo resulta mucho más rico y es, sin duda, uno de los más bellos y suntuosos de la diócesis. Está dividido en tres naves con seis pilares cruciformes exentos, que recuerdan los de la catedral de Jaén, aunque tienen los fustes lisos. los capiteles son corintios, y sobre ellos corre una atrevida cornisa de la que parten los arcos de medio punto que sostienen bóvedas baídas, muy labradas, tan típicas de Vandelvira. Las bóvedas de la nave central están formadas por casquetes esféricos o medias naranjas, en cuyas pechinas figuran los cuatro evangelistas u otros adornos.

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En torno a los muros hay once capillas, aparte de la Mayor y la del Sagrario, todas terminadas con cuidado y buen gusto.

Un artista que intervino en el adorno de la obra fue el escultor Marcos Hernández, que talló las figuras de bulto que se pusieron en las capillas, por lo cual se le pagaron 1019 reales y medio en el año 1584.

Años más tarde se construyó otro excelente retablo para la iglesia de Huelma, también destruido , el cual fue ejecutado por los entalladores maese Blas Bliñon y Cristóbal Tellez, vecinos de Jaén, que en 1599 percibieron 37604 maravedís y el resto en 1604 que ascendió a 129132 maravedís.

Por último, otro gran artista que intervino en la construcción de la iglesia de Huelma fue el escultor Sebastián de Solís, reputado como e mejor ensamblador de retablos de la diócesis, autor de los muy finos y elegantes que se conservan en el presbiterio de la parroquia de San Bartolomé de jaén y altar mayor de la de Cambil; de un clásico sagrario que hay en la Santa Capilla de San Andrés de dicha ciudad, y del proyecto de retablo que presentó para la aludida capilla de los Moyas.

En resumen, se puede aseverar que la parroquia de Huelma, por la calidad de su obra, por los nobles materiales empleados, por la belleza de sus líneas clásicas dentro del renacimiento italianizante y andaluz, que distingue a Andrés de Vandelvira, y por la grandiosidad y armonía de sus dimensiones, es pieza fundamental y de alto relieve entre los primeros monumentos artísticos de la provincia, y su importancia,ineludible, dentro de la gran obra del célebre Vandelvira de su escuela y seguidores.

Referencia

Rafael Ortega y Sagrista

Del Instituto de Estudios

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